Los forofos y ultras de los equipos de futbol no se distinguen por su inteligencia precisamente...
Y si no, si vuestro estómago aguanta, leer algo de estos tipejos que se autoproclaman periodistas: Tomás Roncero, Manolete Esteban, Juanma Rodríguez o Nacho Valencia...
Ningún fanático de nada suele ser inteligente... Si fueran inteligentes, su propia inteligencia no les dejaría serlo...
En realidad, cualquier persona de cualquier nivel intelectual e incluso con altos niveles de formación puede caer en algún tipo de fanatismo. El problema es que cuando una persona cree estar en posesión de la razón, y si además lo hace apoyado a su vez por otras personas con las mismas convicciones, deja de pensar pues no ve necesario cuestionar sus acciones ni los de su misma ideología (se vuelven 'ciegos', no ven las cosas ni cuando son evidentes). Además, a esto hay que sumar un curioso 'malfuncionamiento' de nuestra adaptación a vivir en sociedad que nos hace especialmente sensibles a la imagen que los demás tienen de nosotros, y vulnerables a lo 'políticamente correcto' del momento. Hemos evolucionado para vivir en sociedad porque de esta manera tenemos más probabilidades de éxito que yendo en solitario como individuos únicos, por lo que a nivel psicológico de forma subconsciente, hemos evolucionado para cambiar nuestras convicciones y nuestra forma de pensar para ir con el de la mayoría (aunque sea claramente erróneo y opuesto a lo que pensábamos inicialmente), para asegurarnos de esta forma estar integrados socialmente. Por esa razón, las convicciones de la gente son cambiantes y tenemos tendencia a 'olvidar' rápidamente el pasado en lo referente a actuaciones de políticos o grupos influyentes de personas, y por esa misma razón, tenemos tendencia a aceptar directamente el discurso que se alinea con las creencias de nuestro grupo sin cuestionar nada, y negar e incluso perseguir, cualquier otro que vaya en contra por muchas pruebas que nos presenten.
De esto se dieron cuenta los líderes de diferentes religiones (primero, en épocas antiguas), y los políticos después, usando los medios y la ingeniería social para manipularnos a todos y llevarnos por donde les conviene a cada momento. Es lo mismo que hacen las sectas, pero a gran escala. Al final, la gente que dice que no es religiosa y no cree en la religión, se acaba comportando de exactamente la misma manera que con una religión con sus creencias respecto a su partido político, equipo de fútbol o lo que sea.
Las consecuencias de esto es ver cambiar radicalmente a personas que conocías de toda la vida y llegando a convertirse en casi desconocidos y hasta retirarte la palabra de buenas a primeras por cuestiones políticas o por lo políticamente correcto del momento (por ejemplo, cuestiones sobre feminismo, justicia social y todas esas cosas tan de moda ahora y que parece que no se pueden cuestionar porque te mandan a la hoguera). Me ha pasado con amigos de Barcelona que de la noche a la mañana se han hecho independentistas radicales (cuando jamás han tenido interés en dichas cosas, incluso siendo algunos de ellos de fuera de Cataluña) de esos que no cuestionan nada de lo que dicen los políticos ni TV3, llegando a dejar de hablarte cuando le señalas algo que sabes que no es verdad (me ha pasado con una amiga mallorquina con la que me llevaba genial que hace unos años que vive en Barcelona, y que de buenas a primeras me ha dejado de hablar sólo por corregir un par de veces bulos de los que estuvieron circulando en momentos clave), o el de otra amiga que empezó a colaborar con un grupo animalista porque le gustan los gatos, y que ahora ya no la reconozco, porque se ha hecho feminista radical y casi su único tema de conversación y las cosas que publica en las redes sociales es sobre eso (cuando jamás ha publicado nada de política ni de feminismo hasta ese momento).