Autor Tema: Érase una vez unos Recreativos... (Editorial Arcadespain)  (Leído 3755 veces)

0 Usuarios y 2 Visitantes están viendo este tema.

Desconectado beaches

  • El amo de los recres
  • ****
  • Mensajes: 888
  • Gracias 18
  • Iniciales nick: TTD
Re: Érase una vez unos Recreativos... (Editorial Arcadespain)
« Respuesta #15 en: Mayo 05, 2022, 11:21:22 pm »
Advertisement
Es verdad que en esta ocasión el relato se queda entre dos aguas, que tiene mérito de leer una curiosidad en un libro gordo de petete encontrado en la basura y lo hayas reinterpretado al mundillo arcade...pero a mí eso que Darío en su edad adulta tenga colgada una virgen de los desamparados de oro en vez de una cabeza del camarón es lo que más me ha despistado...fíjate tú!!







Desconectado Zael

  • VIP
  • *
  • Mensajes: 1793
  • Gracias 9
    • Ancient Bits
  • Iniciales nick: ZAE
Re: Érase una vez unos Recreativos... (Editorial Arcadespain)
« Respuesta #16 en: Agosto 20, 2022, 12:46:32 pm »
Guerras, pandemias, melones a 15€... y justo cuando crees que la cosa no puede ir a peor va y ves volar un Colibrí...




COLIBRÍ




Para sus doce años, Colibrí era un niño extraordinariamente pequeño. Enano, canijo, diminuto... ningún adjetivo hacía suficiente justicia a la increíble brevedad física de Colibrí.
 
Colibrí fue un niño prematuro, de esos que se caen del nido antes de tiempo ... tal era su ansia por volar, tal era su ansia por vivir. Las viejas del barrio dicen que Colibrí era un "niño milagro" pero el auténtico milagro era verlo jugar a una máquina recreativa.

El hábitat natural de Colibrí eran los recreativos del Tío Raimundo donde podía verse cada tarde volando de una a otra recreativa hasta posarse en una de ellas. La escena que se desarrollaba a continuación tenía tanto de patética como de maravillosa: Colibrí se colocaba de puntillas frente a la recreativa y extendía sus raquíticos brazos en toda su longitud, logrando a duras penas que las yemas de sus diminutos dedos alcanzaran el joystick y los botones. La cabeza quedaba muy por debajo del panel de control, lo cual le impedía ver la parte inferior de la pantalla. Con la cabeza agachada deslizaba penosamente una moneda de cinco duros. Ahí acababa lo patético y comenzaba uno de los mayores espectáculos de la naturaleza: el vuelo del Colibrí.
 
Colibrí daba entonces un salto pequeño, casi cómico, pero suficiente para ver durante una fracción de segundo la totalidad de la pantalla. Apenas había alcanzado el suelo cuando se sucedía un segundo salto. Luego venía un tercero. A los pocos segundos, no sólo era imposible seguir la cuenta, sino que uno ya no era capaz de asegurar si los pies de Colibrí estaban tocando el suelo. La velocidad de sus dedos tenía poco que envidiar a la de sus pies y sus manos formaban sobre el panel de control un borrón imposible de seguir con la vista. El resultado final era un niño de doce años, de un tamaño y peso ridículos, levitando frente a una recreativa mientras sus dedos libaban una y otra vez los botones en busca de néctar que llegaba en forma de grandes puntuaciones.
 
Más allá de su ridículo tamaño y su asombrosa habilidad en las máquinas recreativas, Colibrí era un niño sonriente, aunque o bien no sabía hablar o bien no quería hacerlo y las pocas veces que lo hacía era únicamente cuando estaba junto al "jefe" o cuando alguien le preguntaba:

 
- ¿Cómo va a vida Colibrí?
 

A lo que siempre respondía sonriendo:

 
- ¡Va y viene, va y viene!

 
Pese a su irrisorio tamaño, nunca quiso usar un taburete para jugar. Recuerdo que un día intentamos obligarlo a subir. Yo mismo lo cogí en brazos. Me sorprendió lo poco que pesaba, como si su cuerpo estuviera completamente hueco, a excepción de un enorme corazón que latía tan frenéticamente que me recordó al de un animal. Entre cuatro conseguimos sentarlo pero se revolvió tan fuerte que se nos escapó, agitándose de tal modo en el aire que alcanzó de un salto (a mi me pareció un vuelo) el mostrador del “jefe”, que le esperaba, protector, con la mano abierta y extendida llena de pipas y caramelos, del mismo modo que los viejos dan de comer a las palomas.

Jacinto decía que una vez escuchó decir a su padre que, para los objetos que se mueven más deprisa, el tiempo pasa mucho más despacio. De ser así, la vida de Colibrí debía transcurrir a cámara lenta. Diego dijo que había un modo de comprobarlo... hacerlo jugar a dos máquinas a la vez.

Colibrí llegó como cada tarde, sin saludar, pero con esa sonrisa suya que valía por mil saludos. Le explicamos lo que tenía que hacer. No dijo nada, simplemente se colocó frente a las máquinas del Tetris y el Street Fighter II, ambas separadas por apenas un palmo.

Éramos siete personas en los recreativos, contando a Colibrí, y todos comprendimos que lo que estaba a punto de ocurrir era algo irrepetible. Colibrí comenzó su vuelo de forma habitual, salto a salto. En las primeras pantallas del Tetris, las piezas caían tan lentas que hacía parecer aún mayor la velocidad de Colibrí, capaz de ganar un round al Street Fighter antes de que la pieza del Tetris llegara a su posición definitiva. Jugando con Dalshim era capaz de mantener alejados a los enemigos con sus ataques largos, y los altos y eternos saltos del personaje contrastaban con los frenéticos saltos cortos de Colibrí.

Trascurrido un tiempo, las piezas del Tetris en las últimas pantallas caían a una velocidad endiablada y los jefes finales de Street Fighter atacaban tan rápido que exigieron un último esfuerzo a Colibrí. Este comenzó a saltar y agitar las piernas aún más rápido. Las colillas y envoltorios de chicles y caramelos comenzaron a arremolinarse como si un tornado se estuviera formando bajo sus pies, ahora ya casi invisibles. Las manos parecían estar a un tiempo en los botones de ambas recreativas.

Entonces, incrédulo, quise comprobar algo. Pasé la mano a ras de suelo, debajo de Colibrí, en la zona donde se presuponían sus pies, pero ahí no había nada. Sus pies parecían haber abandonado de forma definitiva y permanente el suelo. Colibrí ya no estaba saltando, en ese momento Colibrí estaba, real y verdaderamente, volando.

Durante un tiempo lo vimos ahí, oscilando en el aire de una a otra recreativa, libando con sus dedos los botones, como si de un documental de naturaleza se tratara, hasta que colocó la última pieza del Tetris en el mismísimo momento en el que con la otra mano derrotaba a M.Bison, el cual caía, irónicamente, a cámara lenta. Y sólo entonces Colibrí se posó sobre el suelo, nos sonrió de nuevo y se marchó. Nunca más volvimos a saber de él.


 

***********************

 

Hoy, después de tantos años, me pareció volver a ver a Colibrí por el barrio. Parecía estar de paso, subiendo a un ritmo frenético maletas y bolsas de viaje en un coche. A su alrededor revoloteaban a una velocidad increíble dos niños tan diminutos que, de algún modo, le hacían parecer un gigante. Junto a ellos, observando la escena, había una mujer, ni muy guapa ni muy fea, una de esas mujeres que saben mantener unida y feliz una familia. Me alegré por él.

Sin saber muy bien por qué, levanté mi mano y le saludé como hace tantos años:


- ¿Como va la vida, Colibrí?

 
Debió reconocerme también porque sonrió y me respondió como hace tantos años:

 
- ¡Va y viene, va y viene... pero nunca se detiene!



Zael





P.D.: Para este relato me he inspirado en vivencias propias y en la forma en que mi chiquillo (bastante canijo, todo sea dicho de paso) jugaba en la recreativa cuando era más pequeño.

P.D.2: La frase "Va y viene, pero nunca se detiene" se atribuye aquí en Valencia a San Vicente ("Com va la vanitat, Pare Vicent?" "Va i ve... però mai es deté!"). ¡Si San Vicente llega a vivir en esta época de Twitter, Instagram y Tik Tok lo hubiera flipado entonces!  ;D ;D






Desconectado empardopo

  • Admin
  • *
  • Mensajes: 21714
  • Gracias 761
  • Espero mejorar al KungFu Master!
    • Mi canal de Youtube
  • Ciudad: Norte de África
  • Pais: Escoña
  • Iniciales nick: EPP
Re: Érase una vez unos Recreativos... (Editorial Arcadespain)
« Respuesta #17 en: Agosto 22, 2022, 04:32:11 pm »
Guerras, pandemias, melones a 15€... y justo cuando crees que la cosa no puede ir a peor va y ves volar un Colibrí...




COLIBRÍ




Para sus doce años, Colibrí era un niño extraordinariamente pequeño. Enano, canijo, diminuto... ningún adjetivo hacía suficiente justicia a la increíble brevedad física de Colibrí.
 
Colibrí fue un niño prematuro, de esos que se caen del nido antes de tiempo ... tal era su ansia por volar, tal era su ansia por vivir. Las viejas del barrio dicen que Colibrí era un "niño milagro" pero el auténtico milagro era verlo jugar a una máquina recreativa.

El hábitat natural de Colibrí eran los recreativos del Tío Raimundo donde podía verse cada tarde volando de una a otra recreativa hasta posarse en una de ellas. La escena que se desarrollaba a continuación tenía tanto de patética como de maravillosa: Colibrí se colocaba de puntillas frente a la recreativa y extendía sus raquíticos brazos en toda su longitud, logrando a duras penas que las yemas de sus diminutos dedos alcanzaran el joystick y los botones. La cabeza quedaba muy por debajo del panel de control, lo cual le impedía ver la parte inferior de la pantalla. Con la cabeza agachada deslizaba penosamente una moneda de cinco duros. Ahí acababa lo patético y comenzaba uno de los mayores espectáculos de la naturaleza: el vuelo del Colibrí.
 
Colibrí daba entonces un salto pequeño, casi cómico, pero suficiente para ver durante una fracción de segundo la totalidad de la pantalla. Apenas había alcanzado el suelo cuando se sucedía un segundo salto. Luego venía un tercero. A los pocos segundos, no sólo era imposible seguir la cuenta, sino que uno ya no era capaz de asegurar si los pies de Colibrí estaban tocando el suelo. La velocidad de sus dedos tenía poco que envidiar a la de sus pies y sus manos formaban sobre el panel de control un borrón imposible de seguir con la vista. El resultado final era un niño de doce años, de un tamaño y peso ridículos, levitando frente a una recreativa mientras sus dedos libaban una y otra vez los botones en busca de néctar que llegaba en forma de grandes puntuaciones.
 
Más allá de su ridículo tamaño y su asombrosa habilidad en las máquinas recreativas, Colibrí era un niño sonriente, aunque o bien no sabía hablar o bien no quería hacerlo y las pocas veces que lo hacía era únicamente cuando estaba junto al "jefe" o cuando alguien le preguntaba:

 
- ¿Cómo va a vida Colibrí?
 

A lo que siempre respondía sonriendo:

 
- ¡Va y viene, va y viene!

 
Pese a su irrisorio tamaño, nunca quiso usar un taburete para jugar. Recuerdo que un día intentamos obligarlo a subir. Yo mismo lo cogí en brazos. Me sorprendió lo poco que pesaba, como si su cuerpo estuviera completamente hueco, a excepción de un enorme corazón que latía tan frenéticamente que me recordó al de un animal. Entre cuatro conseguimos sentarlo pero se revolvió tan fuerte que se nos escapó, agitándose de tal modo en el aire que alcanzó de un salto (a mi me pareció un vuelo) el mostrador del “jefe”, que le esperaba, protector, con la mano abierta y extendida llena de pipas y caramelos, del mismo modo que los viejos dan de comer a las palomas.

Jacinto decía que una vez escuchó decir a su padre que, para los objetos que se mueven más deprisa, el tiempo pasa mucho más despacio. De ser así, la vida de Colibrí debía transcurrir a cámara lenta. Diego dijo que había un modo de comprobarlo... hacerlo jugar a dos máquinas a la vez.

Colibrí llegó como cada tarde, sin saludar, pero con esa sonrisa suya que valía por mil saludos. Le explicamos lo que tenía que hacer. No dijo nada, simplemente se colocó frente a las máquinas del Tetris y el Street Fighter II, ambas separadas por apenas un palmo.

Éramos siete personas en los recreativos, contando a Colibrí, y todos comprendimos que lo que estaba a punto de ocurrir era algo irrepetible. Colibrí comenzó su vuelo de forma habitual, salto a salto. En las primeras pantallas del Tetris, las piezas caían tan lentas que hacía parecer aún mayor la velocidad de Colibrí, capaz de ganar un round al Street Fighter antes de que la pieza del Tetris llegara a su posición definitiva. Jugando con Dalshim era capaz de mantener alejados a los enemigos con sus ataques largos, y los altos y eternos saltos del personaje contrastaban con los frenéticos saltos cortos de Colibrí.

Trascurrido un tiempo, las piezas del Tetris en las últimas pantallas caían a una velocidad endiablada y los jefes finales de Street Fighter atacaban tan rápido que exigieron un último esfuerzo a Colibrí. Este comenzó a saltar y agitar las piernas aún más rápido. Las colillas y envoltorios de chicles y caramelos comenzaron a arremolinarse como si un tornado se estuviera formando bajo sus pies, ahora ya casi invisibles. Las manos parecían estar a un tiempo en los botones de ambas recreativas.

Entonces, incrédulo, quise comprobar algo. Pasé la mano a ras de suelo, debajo de Colibrí, en la zona donde se presuponían sus pies, pero ahí no había nada. Sus pies parecían haber abandonado de forma definitiva y permanente el suelo. Colibrí ya no estaba saltando, en ese momento Colibrí estaba, real y verdaderamente, volando.

Durante un tiempo lo vimos ahí, oscilando en el aire de una a otra recreativa, libando con sus dedos los botones, como si de un documental de naturaleza se tratara, hasta que colocó la última pieza del Tetris en el mismísimo momento en el que con la otra mano derrotaba a M.Bison, el cual caía, irónicamente, a cámara lenta. Y sólo entonces Colibrí se posó sobre el suelo, nos sonrió de nuevo y se marchó. Nunca más volvimos a saber de él.


 

***********************

 

Hoy, después de tantos años, me pareció volver a ver a Colibrí por el barrio. Parecía estar de paso, subiendo a un ritmo frenético maletas y bolsas de viaje en un coche. A su alrededor revoloteaban a una velocidad increíble dos niños tan diminutos que, de algún modo, le hacían parecer un gigante. Junto a ellos, observando la escena, había una mujer, ni muy guapa ni muy fea, una de esas mujeres que saben mantener unida y feliz una familia. Me alegré por él.

Sin saber muy bien por qué, levanté mi mano y le saludé como hace tantos años:


- ¿Como va la vida, Colibrí?

 
Debió reconocerme también porque sonrió y me respondió como hace tantos años:

 
- ¡Va y viene, va y viene... pero nunca se detiene!



Zael





P.D.: Para este relato me he inspirado en vivencias propias y en la forma en que mi chiquillo (bastante canijo, todo sea dicho de paso) jugaba en la recreativa cuando era más pequeño.

P.D.2: La frase "Va y viene, pero nunca se detiene" se atribuye aquí en Valencia a San Vicente ("Com va la vanitat, Pare Vicent?" "Va i ve... però mai es deté!"). ¡Si San Vicente llega a vivir en esta época de Twitter, Instagram y Tik Tok lo hubiera flipado entonces!  ;D ;D
Me ha gustado compi. Estas hecho un crack.

Enviado desde mi MI MAX 2 mediante Tapatalk


Desconectado Zael

  • VIP
  • *
  • Mensajes: 1793
  • Gracias 9
    • Ancient Bits
  • Iniciales nick: ZAE
Re: Érase una vez unos Recreativos... (Editorial Arcadespain)
« Respuesta #18 en: Agosto 11, 2023, 03:10:44 pm »
Hola muchachos, aquí os dejo con un relato un tanto macabro. Mi intención era haberlo publicado el año pasado para Halloween, pero con mi retraso habitual pues aquí está casi un año más tarde. Os recuerdo que podéis leerlo también con un formato más limpio en la web/blog de Ancient Bits (¡SPAM!  ;) :P ). Bueno, no me enrollo más, os dejo con este patético relato, os dejo con...


SINFONÍA PATÉTICA (DE H.D.P.)




Sinfonía Patética llamaron los chicos del barrio a la partida que Hernán Díaz Portillo y su hermano Germán, ambos hijos de la pescadera, jugaron la tarde del 8 de Agosto de 1989 en los recreativos del Tío Casiano al Double Dragon.


Lo que hay de patética en ella es ese vertiginoso descenso hacia la locura que anuncia, a veces sin previo aviso, como un hombre con gabardina que aparece al girar la esquina, el final de la inocencia de un niño.


Hernán y Germán se parecían entre sí del mismo modo que la noche se parece al día. Germán era rubio como el Sol, alto, fuerte y seguro de sí mismo y una sonrisa acompañaba su rostro desde que se levantaba hasta que se acostaba. Hernán tenía el pelo tan negro como el carbón y, pese a ser enjuto, parecía llevar el peso del mundo sobre sus hombros, pues tan encorvados estaban sus hombros como sus labios. Y, pese a todo, nadie podía negar que eran hermanos. Porque jugaban siempre juntos como juntos juegan siempre los hermanos, se querían como sólo saben quererse los hermanos y, por supuesto, discutían como sólo dos hermanos saben discutir...


- ¡Vamos Hernán, no te quedan más monedas! ¡Pon ya tus iniciales de una vez por todas!, dijo Germán.

- ¡Déjame pensar en paz!, respondía Hernán cada vez más nervioso.

- Venga Hernán, sólo son tres letras, no es tan importante. Pon "HER", "NAN"... cualquier cosa que te venga a la cabeza, intentaba calmarlo sin éxito, como siempre, su hermano Germán.

- ¡No Germán! ¡Esta máquina es especial! ¡No pondré mis iniciales hasta que consiga pasármela de una puta vez! ¡Mañana volveremos y nos pasaremos a dobles este puto Double Dragon!

 
Y, tras darle una patada a la máquina, Hernán salió corriendo de los recreativos del Tío Casiano, el cual salía ya de detrás de su mostrador con el garrote entre las manos.

 
- ¡Malditos mocosos! ¡Cualquier día me va dar un infarto con vosotros! ¡Ya te cogeré Hernán!, gritaba el Tío Casiano, mientras Germán y los demás niños abandonaban también los recreativos corriendo.

 
- Algo me dice que este Double Dragon nos va a dar más disgustos que alegrías, pero he de reconocer que tiene una música pegadiza... ¡y a este paso va a hacerme rico!, y la cara del Tío Casiano se iluminó con una sonrisa cuando se agachó y abrió el monedero de la máquina, lleno hasta rebosar.



* * * * *

 
Si el destino envío algún tipo de aviso o señal nadie supo verlo, del mismo modo que  nadie supo ver esa mañana en la pescadería cómo Hernán cogía un pequeño cuchillo, de esos que su madre usaba a diario para vaciar el pescado. Un cuchillo pequeño, como Hernán. Un cuchillo afilado, como Hernán. Un cuchillo peligroso... como Hernán.
 

Al salir del colegio Hernán estaba extrañamente animado y tarareaba una y otra vez la música del Double Dragon. Esa máquina lo tenía totalmente obsesionado...

 
- Dicen que si en la batalla final un "Abobo" te lanza por los aires puedes caer en el balcón sobre el jefe final y quitarle la metralleta, dijo Hernán convencido.

- No digas tonterías Hernán... además, nadie se ha pasado aún el jefe final.

- Pues hoy vamos a ser los primeros. ¡Venga, vamos a los recreativos antes de que lleguen los demás!, dijo Hernán.

- Pero si no nos queda ni una moneda Hernán, nos las gastamos todas ayer, ¿recuerdas?

- ¡Pues yo te digo que hoy vamos a pasarnos el puto Double Dragon y voy a poner mis iniciales!

 
Aún no había terminado la frase cuando Hernán se acercó a Doña Herminia que estaba sentada en un banco del parque y, sacando el pequeño cuchillo del bolsillo, le dijo:

 
- ¡Doña Herminia, deme todas las monedas que lleve, que no quiero hacerle daño¡

- Hi... hi... hijo, Hernán, ¿qué estás haciendo? ¡Pero si siempre has sido un buen chico¡ ¡Pero si os conozco desde que nacisteis!, respondía Doña Herminia incrédula.

 
No hizo falta seguir la conversación, tal era la mirada llena de odio de Hernán que Doña Herminia abrió su monedero dejando caer sobre la mano de Hernán todas las monedas. Hernán se alejó corriendo del parque sin mirar atrás, hasta que Germán pudo alcanzarle:


- ¡Hernán! ¡¿Pero qué has hecho?! ¡Era doña Herminia, nos conoce, conoce a mamá... se nos va a caer el pelo! ¡Eres un hijo de put...!

 
Hernán giró en seco, fulminó a su hermano con la mirada y apuntándole con el cuchillo le dijo:

 
- ¡No vuelvas a llamarme así en tu vida¡ Recuerda que somos hermanos...




* * * * *


Durante el camino no volvieron a cruzarse ni una palabra ni mirarse el uno al otro, y así Hernán y Germán llegaron a los recreativos del Tío Casiano, donde un grupo de niños se arremolinaba alrededor de la recreativa del Double Dragon.

 
- ¡Vamos Tomás, ya casi lo tienes! ¡Si le ganas dicen que puedes besar a Marian, la chica!, jaleaban los niños a Tomás, que estaba a punto de derrotar al jefe final.

 
Hernán se acerco por detrás, apartando a varios niños, hasta colocarse junto al taburete desde el que Tomás estaba a punto de derrotar al jefe final y liberar a la chica. Apretando la punta del cuchillo contra sus riñones Hernán le susurró algo al oído...

 
- No vas a ser el primero en pasarte el Double Dragon. O te largas o lo único que vas a besar hoy es la punta de este cuchillo, ¿me entiendes Tomás?

 
Tomás bajó de un salto del taburete y el resto de los niños se apartaron asustados. Todos corrieron hacia la puerta de los recreativos desde donde entraban los últimos jirones de luz de la tarde. Tomás se giró antes de salir y, reuniendo valor según aumentaba la distancia, se atrevió a decir:

 
- ¡Hernán, eres un hijo de puta! ¿¡Me oyes Hernán¡? ¡Eres un hijo de puta!, y salió de los recreativos, dejando solos a Hernán y Germán frente a la recreativa.

 
Hernán ni siquiera le dirigió una mirada. Absorto frente a la recreativa metió dos monedas de 5 duros y cogió el joystick...

 
- Yo me elijo a Billy, el moreno. Tú serás Jimmy, el rubio. Y no vale usar el codazo. Como siempre., dijo Hernán mirando a su hermano.

- De acuerdo, dijo Germán. Y no se atrevió a decir nada más, pues no era el día hoy para cambiar las reglas.

 
En ese momento salía el Tío Casiano del baño, y mirando extrañado a su alrededor les dijo:
 

- ¿Pero dónde están todos los niños? Si esto estaba lleno hace sólo un rato... Bueno, mejor, hoy tengo que cerrar antes. Acabad rápido esa partida que tengo que cerrar., dijo antes de ir apagando una a una el resto de máquinas de los recreativos y encerrarse tras su mostrador para ponerse a contar monedas con una sonrisa en la boca.

 
Ahora el momento era solemne. Con el resto de recreativas ya apagadas la música del Double Dragon sonaba por todos los recreativos, mientras Hernán y Germán, tan hermanos como Billy y Jimmy, avanzaban derrotando a las chicas con látigo, a los Abobo y el resto de enemigos... perfectamente compenetrados hasta llegar a la sala del jefe final. Una sinfonía perfecta.

 
Justo en el momento que el jefe final salía por la puerta con su metralleta, el Tío Casiano, el jefe de los recreativos, salía de su mostrador con su garrote entre las manos...

 
- Venga chavales, apartaos que tengo que apagar la máquina, dijo el Tío Casiano.

- ¡Cuidado con la metralleta, no te pongas en su línea!, decía Hernán a su hermano.

- ¡No dejes que se acerque el Abobo de la derecha!, gritaba Germán, ahora tan concentrado en la partida como su hermano, ambos tan absortos que ninguno escuchaba al Tío Casiano.

- ¡A tomar por culo! ¡Ni metralletas, ni Abobos, ni hostias! ¡Voy a apagar la máqui...

 
El Tío Casiano no llegó a terminar la frase. Hernán le asestó un codazo en la nariz y el Tío Casiano cayó de espaldas justo al mismo tiempo que el jefe final caía derrotado. Pero aún faltaba un último combate: Billy y Jimmy, Hernán y Germán, tenían que luchar entre sí y sólo el ganador lograría el beso de Marian y poner sus iniciales.
 

Hernán estaba listo para el combate, pero a Germán no parecía importarle ya nada la partida. El Tío Casiano se revolvía en el suelo. Tenía la nariz rota, pero él se agarraba el pecho y el brazo izquierdo con todas sus fuerzas...

 
- A... ayu... da... Creo que... me está... dan... do un in... far... to, intentaba decir el Tío Casiano.

- ¡Rápido Hernán, tenemos que pedir ayuda!, le gritaba Germán a su hermano.

- ¡No, déjalo! ¡No podemos dejar la partida a medias, coge el joystick y acaba la partida!, gritaba Hernán, sin apartar la mirada de la pantalla donde Marian esperaba al vencedor.

- ¡¿Pero te estás escuchando?! ¡Le está dando un infarto y tú sólo piensas en acabar la partida! ¡Pues vamos a acabar la puta partida!


Germán cogió el joystick y su personaje, Jimmy, impactó un codazo contra Billy... contra Hernán.


- ¡No vale usar el codazo! ¡Es trampa!, dijo Hernán.

- ¡¿No vale usar el codazo?!, gritaba Germán fuera de sí, repitiendo el codazo una y otra vez contra Billy, el personaje de su hermano, sin dejarle levantarse del suelo. ¡Qué no vale usar el codazo! ¡Eres un hijo de puta!, gritó Germán

 
Y entonces ocurrió. Hernán sacó el cuchillo del bolsillo y atravesó el cuello de Germán y, en menos de lo que tarda un hermano en decirle "te quiero" a su hermano, Germán se desplomó junto al Tío Casiano, que aún agonizaba en el suelo.

 
Hernán quedó sólo, con las manos temblorosas llenas de la sangre de su hermano sujetando a duras penas el joystick, mientras golpeaba una y otra vez a Jimmy, el personaje de su hermano. Desde el suelo, borboteando sangre de su boca sin parar, Germán intentó decir algo:

 
- Te... te... quie...ro, y los ojos de Germán se vaciaron de vida.


Hernán, llorando, recibía como consuelo el beso Marian, y por fin llegó el momento de introducir las iniciales de su récord. Una vez más, pareció dudar, y entonces el Tío Casiano, con sus últimas fuerzas, alcanzó a decir:


- Her... Hernán, eres... eres... ¡eres un Hijo De Puta!, y murió.


Entonces Hernán sonrió, y mientras los recreativos se inundaban con la melodía final del juego, aquella hermosa y patética sinfonía, Hernán Díaz Portillo introdujo por fin sus iniciales... H.D.P. (*)



Zael



(*) Curiosamente, Double Dragon (Technos, 1987) nunca tuvo tabla de récords con iniciales. Como no podía ser de otro modo, no me percaté de esto hasta haber terminado el relato... One Credit, One Life.

(**) Para el título y el inicio del relato me "inspiré" en "Así Sufrieron" (Enrique de la Vega, 1980), más concretamente en el capítulo "Sinfonía Patética o la vida de Guy de Maupassant" donde se relata la tormentosa vida y peor muerte de Guy de Maupassant.
« Última modificación: Agosto 11, 2023, 03:15:49 pm por Zael »






Desconectado empardopo

  • Admin
  • *
  • Mensajes: 21714
  • Gracias 761
  • Espero mejorar al KungFu Master!
    • Mi canal de Youtube
  • Ciudad: Norte de África
  • Pais: Escoña
  • Iniciales nick: EPP
Re: Érase una vez unos Recreativos... (Editorial Arcadespain)
« Respuesta #19 en: Agosto 13, 2023, 01:51:19 pm »
Hola muchachos, aquí os dejo con un relato un tanto macabro. Mi intención era haberlo publicado el año pasado para Halloween, pero con mi retraso habitual pues aquí está casi un año más tarde. Os recuerdo que podéis leerlo también con un formato más limpio en la web/blog de Ancient Bits (¡SPAM!  ;) ). Bueno, no me enrollo más, os dejo con este patético relato, os dejo con...


SINFONÍA PATÉTICA (DE H.D.P.)




Sinfonía Patética llamaron los chicos del barrio a la partida que Hernán Díaz Portillo y su hermano Germán, ambos hijos de la pescadera, jugaron la tarde del 8 de Agosto de 1989 en los recreativos del Tío Casiano al Double Dragon.


Lo que hay de patética en ella es ese vertiginoso descenso hacia la locura que anuncia, a veces sin previo aviso, como un hombre con gabardina que aparece al girar la esquina, el final de la inocencia de un niño.


Hernán y Germán se parecían entre sí del mismo modo que la noche se parece al día. Germán era rubio como el Sol, alto, fuerte y seguro de sí mismo y una sonrisa acompañaba su rostro desde que se levantaba hasta que se acostaba. Hernán tenía el pelo tan negro como el carbón y, pese a ser enjuto, parecía llevar el peso del mundo sobre sus hombros, pues tan encorvados estaban sus hombros como sus labios. Y, pese a todo, nadie podía negar que eran hermanos. Porque jugaban siempre juntos como juntos juegan siempre los hermanos, se querían como sólo saben quererse los hermanos y, por supuesto, discutían como sólo dos hermanos saben discutir...


- ¡Vamos Hernán, no te quedan más monedas! ¡Pon ya tus iniciales de una vez por todas!, dijo Germán.

- ¡Déjame pensar en paz!, respondía Hernán cada vez más nervioso.

- Venga Hernán, sólo son tres letras, no es tan importante. Pon "HER", "NAN"... cualquier cosa que te venga a la cabeza, intentaba calmarlo sin éxito, como siempre, su hermano Germán.

- ¡No Germán! ¡Esta máquina es especial! ¡No pondré mis iniciales hasta que consiga pasármela de una puta vez! ¡Mañana volveremos y nos pasaremos a dobles este puto Double Dragon!

 
Y, tras darle una patada a la máquina, Hernán salió corriendo de los recreativos del Tío Casiano, el cual salía ya de detrás de su mostrador con el garrote entre las manos.

 
- ¡Malditos mocosos! ¡Cualquier día me va dar un infarto con vosotros! ¡Ya te cogeré Hernán!, gritaba el Tío Casiano, mientras Germán y los demás niños abandonaban también los recreativos corriendo.

 
- Algo me dice que este Double Dragon nos va a dar más disgustos que alegrías, pero he de reconocer que tiene una música pegadiza... ¡y a este paso va a hacerme rico!, y la cara del Tío Casiano se iluminó con una sonrisa cuando se agachó y abrió el monedero de la máquina, lleno hasta rebosar.



* * * * *

 
Si el destino envío algún tipo de aviso o señal nadie supo verlo, del mismo modo que  nadie supo ver esa mañana en la pescadería cómo Hernán cogía un pequeño cuchillo, de esos que su madre usaba a diario para vaciar el pescado. Un cuchillo pequeño, como Hernán. Un cuchillo afilado, como Hernán. Un cuchillo peligroso... como Hernán.
 

Al salir del colegio Hernán estaba extrañamente animado y tarareaba una y otra vez la música del Double Dragon. Esa máquina lo tenía totalmente obsesionado...

 
- Dicen que si en la batalla final un "Abobo" te lanza por los aires puedes caer en el balcón sobre el jefe final y quitarle la metralleta, dijo Hernán convencido.

- No digas tonterías Hernán... además, nadie se ha pasado aún el jefe final.

- Pues hoy vamos a ser los primeros. ¡Venga, vamos a los recreativos antes de que lleguen los demás!, dijo Hernán.

- Pero si no nos queda ni una moneda Hernán, nos las gastamos todas ayer, ¿recuerdas?

- ¡Pues yo te digo que hoy vamos a pasarnos el puto Double Dragon y voy a poner mis iniciales!

 
Aún no había terminado la frase cuando Hernán se acercó a Doña Herminia que estaba sentada en un banco del parque y, sacando el pequeño cuchillo del bolsillo, le dijo:

 
- ¡Doña Herminia, deme todas las monedas que lleve, que no quiero hacerle daño¡

- Hi... hi... hijo, Hernán, ¿qué estás haciendo? ¡Pero si siempre has sido un buen chico¡ ¡Pero si os conozco desde que nacisteis!, respondía Doña Herminia incrédula.

 
No hizo falta seguir la conversación, tal era la mirada llena de odio de Hernán que Doña Herminia abrió su monedero dejando caer sobre la mano de Hernán todas las monedas. Hernán se alejó corriendo del parque sin mirar atrás, hasta que Germán pudo alcanzarle:


- ¡Hernán! ¡¿Pero qué has hecho?! ¡Era doña Herminia, nos conoce, conoce a mamá... se nos va a caer el pelo! ¡Eres un hijo de put...!

 
Hernán giró en seco, fulminó a su hermano con la mirada y apuntándole con el cuchillo le dijo:

 
- ¡No vuelvas a llamarme así en tu vida¡ Recuerda que somos hermanos...




* * * * *


Durante el camino no volvieron a cruzarse ni una palabra ni mirarse el uno al otro, y así Hernán y Germán llegaron a los recreativos del Tío Casiano, donde un grupo de niños se arremolinaba alrededor de la recreativa del Double Dragon.

 
- ¡Vamos Tomás, ya casi lo tienes! ¡Si le ganas dicen que puedes besar a Marian, la chica!, jaleaban los niños a Tomás, que estaba a punto de derrotar al jefe final.

 
Hernán se acerco por detrás, apartando a varios niños, hasta colocarse junto al taburete desde el que Tomás estaba a punto de derrotar al jefe final y liberar a la chica. Apretando la punta del cuchillo contra sus riñones Hernán le susurró algo al oído...

 
- No vas a ser el primero en pasarte el Double Dragon. O te largas o lo único que vas a besar hoy es la punta de este cuchillo, ¿me entiendes Tomás?

 
Tomás bajó de un salto del taburete y el resto de los niños se apartaron asustados. Todos corrieron hacia la puerta de los recreativos desde donde entraban los últimos jirones de luz de la tarde. Tomás se giró antes de salir y, reuniendo valor según aumentaba la distancia, se atrevió a decir:

 
- ¡Hernán, eres un hijo de puta! ¿¡Me oyes Hernán¡? ¡Eres un hijo de puta!, y salió de los recreativos, dejando solos a Hernán y Germán frente a la recreativa.

 
Hernán ni siquiera le dirigió una mirada. Absorto frente a la recreativa metió dos monedas de 5 duros y cogió el joystick...

 
- Yo me elijo a Billy, el moreno. Tú serás Jimmy, el rubio. Y no vale usar el codazo. Como siempre., dijo Hernán mirando a su hermano.

- De acuerdo, dijo Germán. Y no se atrevió a decir nada más, pues no era el día hoy para cambiar las reglas.

 
En ese momento salía el Tío Casiano del baño, y mirando extrañado a su alrededor les dijo:
 

- ¿Pero dónde están todos los niños? Si esto estaba lleno hace sólo un rato... Bueno, mejor, hoy tengo que cerrar antes. Acabad rápido esa partida que tengo que cerrar., dijo antes de ir apagando una a una el resto de máquinas de los recreativos y encerrarse tras su mostrador para ponerse a contar monedas con una sonrisa en la boca.

 
Ahora el momento era solemne. Con el resto de recreativas ya apagadas la música del Double Dragon sonaba por todos los recreativos, mientras Hernán y Germán, tan hermanos como Billy y Jimmy, avanzaban derrotando a las chicas con látigo, a los Abobo y el resto de enemigos... perfectamente compenetrados hasta llegar a la sala del jefe final. Una sinfonía perfecta.

 
Justo en el momento que el jefe final salía por la puerta con su metralleta, el Tío Casiano, el jefe de los recreativos, salía de su mostrador con su garrote entre las manos...

 
- Venga chavales, apartaos que tengo que apagar la máquina, dijo el Tío Casiano.

- ¡Cuidado con la metralleta, no te pongas en su línea!, decía Hernán a su hermano.

- ¡No dejes que se acerque el Abobo de la derecha!, gritaba Germán, ahora tan concentrado en la partida como su hermano, ambos tan absortos que ninguno escuchaba al Tío Casiano.

- ¡A tomar por culo! ¡Ni metralletas, ni Abobos, ni hostias! ¡Voy a apagar la máqui...

 
El Tío Casiano no llegó a terminar la frase. Hernán le asestó un codazo en la nariz y el Tío Casiano cayó de espaldas justo al mismo tiempo que el jefe final caía derrotado. Pero aún faltaba un último combate: Billy y Jimmy, Hernán y Germán, tenían que luchar entre sí y sólo el ganador lograría el beso de Marian y poner sus iniciales.
 

Hernán estaba listo para el combate, pero a Germán no parecía importarle ya nada la partida. El Tío Casiano se revolvía en el suelo. Tenía la nariz rota, pero él se agarraba el pecho y el brazo izquierdo con todas sus fuerzas...

 
- A... ayu... da... Creo que... me está... dan... do un in... far... to, intentaba decir el Tío Casiano.

- ¡Rápido Hernán, tenemos que pedir ayuda!, le gritaba Germán a su hermano.

- ¡No, déjalo! ¡No podemos dejar la partida a medias, coge el joystick y acaba la partida!, gritaba Hernán, sin apartar la mirada de la pantalla donde Marian esperaba al vencedor.

- ¡¿Pero te estás escuchando?! ¡Le está dando un infarto y tú sólo piensas en acabar la partida! ¡Pues vamos a acabar la puta partida!


Germán cogió el joystick y su personaje, Jimmy, impactó un codazo contra Billy... contra Hernán.


- ¡No vale usar el codazo! ¡Es trampa!, dijo Hernán.

- ¡¿No vale usar el codazo?!, gritaba Germán fuera de sí, repitiendo el codazo una y otra vez contra Billy, el personaje de su hermano, sin dejarle levantarse del suelo. ¡Qué no vale usar el codazo! ¡Eres un hijo de puta!, gritó Germán

 
Y entonces ocurrió. Hernán sacó el cuchillo del bolsillo y atravesó el cuello de Germán y, en menos de lo que tarda un hermano en decirle "te quiero" a su hermano, Germán se desplomó junto al Tío Casiano, que aún agonizaba en el suelo.

 
Hernán quedó sólo, con las manos temblorosas llenas de la sangre de su hermano sujetando a duras penas el joystick, mientras golpeaba una y otra vez a Jimmy, el personaje de su hermano. Desde el suelo, borboteando sangre de su boca sin parar, Germán intentó decir algo:

 
- Te... te... quie...ro, y los ojos de Germán se vaciaron de vida.


Hernán, llorando, recibía como consuelo el beso Marian, y por fin llegó el momento de introducir las iniciales de su récord. Una vez más, pareció dudar, y entonces el Tío Casiano, con sus últimas fuerzas, alcanzó a decir:


- Her... Hernán, eres... eres... ¡eres un Hijo De Puta!, y murió.


Entonces Hernán sonrió, y mientras los recreativos se inundaban con la melodía final del juego, aquella hermosa y patética sinfonía, Hernán Díaz Portillo introdujo por fin sus iniciales... H.D.P. (*)



Zael



(*) Curiosamente, Double Dragon (Technos, 1987) nunca tuvo tabla de récords con iniciales. Como no podía ser de otro modo, no me percaté de esto hasta haber terminado el relato... One Credit, One Life.

(**) Para el título y el inicio del relato me "inspiré" en "Así Sufrieron" (Enrique de la Vega, 1980), más concretamente en el capítulo "Sinfonía Patética o la vida de Guy de Maupassant" donde se relata la tormentosa vida y peor muerte de Guy de Maupassant.
Muy bueno crack

Enviado desde mi MI MAX 2 mediante Tapatalk


Desconectado NuBus

  • Usuarios normales
  • *
  • Mensajes: 170
  • Gracias 1
  • Iniciales nick: NUB
Re: Érase una vez unos Recreativos... (Editorial Arcadespain)
« Respuesta #20 en: Agosto 13, 2023, 08:18:01 pm »
Qué hilo más guapo!  :o

Muy bien, compadre! la del colibrí me ha dejado wow!

Me animo a subir un recuerdo de los recres que ya tenía escrito (todo verídico, son anécdotas de los recres), junto con otro par. Eran textos para un anecdotario que iba unido a los pixel arts que subía. Ya pondré un par más si os gusta.

-------

El Bonito no era un tipo demasiado brillante, más allá de su habilidad contrastada para arrancar un coche sin llave en menos de dos minutos. Tenía cierto mérito, atendiendo a que ninguno de los coches con los que había perfeccionado su técnica era suyo.
Tampoco era bonito, ni mucho menos, así que el apodo tenía más de irónico que de certero.

El Bonito frecuentaba diferentes salones recreativos de mi barrio. A cualquier hora del día se le podía ver aparecer envuelto en una aura de matarratas marca Brummel y humo de porro. Ni siquiera era mayor de edad, pero los críos que colonizábamos el local a partir de las cinco de la tarde lo veíamos no solo como un adulto, sino además como un adulto que te iba a sirlar las monedas si no llevaba un día del todo bueno.

El Bonito siempre iba con chatis. Sobre todo con las del quiosco de helados y cigarros sueltos. Eran apodadas “las de la Miko” y conocían de primera mano el contenido de los pantalones de cualquiera que tuviese una ficha policial medio destacable. Olían a chicle y a perfume de novia de quinqui, y cuando venía con ellas se hacía el gallo y era, más que nunca, el amo de los recres. Todo ello bajo la mirada condescendiente del tío del cambio, también conocido como El Tío, que lo veía todo con la indolencia del que solo valora el contenido de los monederos, en piezas de a veinticinco, sin importar la procedencia de las mismas.

La única vez que vimos al Tío enfrentarse al Bonito fue la vez que, con el recre lleno a rebosar de críos, enculó una vespino -que, por supuesto, no era suya- hacia la puerta del local y se dedicó a impresionar a las gachís dando acelerones e inundando el local de humo de gasofa mezcla, que se sumó al ya característico olor a sobaco de adolescente, desodorante rancio, polvo requemado de las rendijas de las macas y un lavabo que no había conocido los placeres de la lejía.
Ese día descubrimos que El Tío tenía un palo y era capaz de echar al Bonito y que no volviese… durante un par de semanas.

Resumiendo, el Bonito era un hijo de puta.

Aparte de su talento innato para apropiarse de lo ajeno, el Bonito tenía una virtud que parecía haber recibido por imposición del dedo del Creador: era un figura jugando al Pac-Man. Un burla de los comecocos. De haber tenido el mismo talento para el crimen que para el Pac-Man hubiese llegado a dejar a Al Capone a la altura de un carterista de las Ramblas.

El ritual era siempre el mismo: entraba con paso lento, las manos colgando del cinturón y el porro de la comisura. Hacía valer su autoridad empujando a algún crío o robándole un par de monedas. Solo hacía cola en el comecocos si quien la ocupaba era amigo suyo o le superaba en tamaño. Echaba cinco duros, encendía el petardo, entrecerraba los ojos para que no le entrara el humo y jugaba sin siquiera sacarse el porro de los labios. con una mano manejaba el mando y con la otra se apoyaba distraidamente en la máquina con gesto chulesco. Las pantallas se sucedían, los puntos aumentaban y dejaba tras de sí, amontonados, los cadáveres de Pinky, Blinky, Inky y Clyde. Cada dos pantallas, a modo de descanso del guerrero, encendía el porro como si este marcase el devenir de su destino en el laberinto. Cuando el porro estaba ya por el cartón, lo escupía a un lado y seguía con el atracón de puntos. Si había algo que al Bonito le durase más que un porro, eran cinco duros en el Pac-Man.

Pero una tarde, el Bonito no traía un porro en la boca. Traía un color cetrino en la cara, la vista perdida y el blanco de los ojos demasiado blanco. No empujó a ningún crío. El silencio que solía acompañar su entrada a los recres se tornó en rumor. ¿Qué coño le pasaba al Bonito?

Echó cinco duros al Pac-Man. Vimos que le costó acertar en la ranura. Antes incluso de que el rostro de Franco desapareciese por el monedero, le vimos inclinarse hacia atrás, haciendo amago de ir a sujetarse en el mando, y cayó de espaldas cuan largo era. Un hilo de baba le bajaba por la mejilla. Era como un coloso caído.
Los chavales, al ver a aquel que impartía la ley derrotado en el suelo, quedaron paralizados durante un instante.

Pero solo un instante.

Cuatro o cinco de ellos, hasta entonces víctimas habituales, se abalanzaron sobre él.
Uno le pegó un chicle en las greñas. Otro le vació los bolsillos. El botín: media bolsa de pipas, doscientas pelas, una china de costo malo y una papelina de caballo ya estrenada (misterio resuelto).

Un oportunista aprovechó el crédito que había quedado huérfano, convirtiéndose así en parte de la primera banda de forajidos que consiguieron robar al Bonito.

Entre todos le bajaron los pantalones y los calzoncillos hasta las botas. Llevaba calzoncillos blancos y una zurrapa del tamaño de un bistec en la culera. A algunos nos dio un poco de lástima ver a todo un Rey con los gayumbos cagaos. Solo un poco.

La escena no duró ni un minuto.

Cuando se le pasó el jamacuco los críos ya habían salido pitando.
Uno de ellos, el Cica, se metió en un lío gordísimo cuando su madre él encontró en el bolsillo del pantalón la papela de caballo. Otro día hablaremos del Cica.

El Bonito, aturdido y pálido como un cadáver, se levantó con la ayuda del Tío, se subió los pantalones y se marchó sin mirar a nadie. Sin decir nada. Sin hacer nada. Precisamente era la nada lo que parecía seguirle. La nada para siempre. No habría más recres, ni Pac-man, ni críos a los que robar, ni chavalas a las que impresionar. No habría NADA.

No supimos más del Bonito hasta dos o tres años más tarde, cuando un viernes por la mañana le encontraron muerto por sobredosis en un parque del barrio del Polvorín, en la falda del Montjuïc.

« Última modificación: Agosto 13, 2023, 09:26:22 pm por NuBus »

Desconectado Zael

  • VIP
  • *
  • Mensajes: 1793
  • Gracias 9
    • Ancient Bits
  • Iniciales nick: ZAE
Re: Érase una vez unos Recreativos... (Editorial Arcadespain)
« Respuesta #21 en: Agosto 20, 2023, 09:44:32 pm »

El Bonito no era un tipo demasiado brillante, más allá de su habilidad contrastada para arrancar un coche sin llave en menos de dos minutos. Tenía cierto mérito, atendiendo a que ninguno de los coches con los que había perfeccionado su técnica era suyo.
Tampoco era bonito, ni mucho menos...


Bravo no... ¡¡BRA-VÍ-SI-MO!! Leí este relato/recuerdo desde el móvil estos días atrás estando de vacaciones lejos de casa y me has arrancado más de una sonrisa con este relato @NuBus.

No sé cuanto tiene de real y cuanto de ficción, pero lo de "encular la moto en la puerta de los recreativos", lo de los gayumbos con la "zurrapa" y ese desenlace que hasta te hace sentir algo de lástima por "El Bonito"... me parece todo maravilloso. Por momentos me ha hecho sentir en unos auténticos recreativos de la época, esos maravillosos antros que eran a la par fuente de diversión y perdición.

Llevaba años animando a la gente a participar en este hilo, tanto por aquí por Arcadespain como por el extinto foro de FaseBonus. Nadie se animó a participar hasta ahora, pero la espera ha merecido la pena. Aquí me tienes mordiéndome las uñas a la espera del relato sobre "el Cica".

¡¡Muchas gracias por este soberbio relato/recuerdo @NuBus!!  :) :)
« Última modificación: Agosto 21, 2023, 05:55:11 pm por Zael »






Desconectado NuBus

  • Usuarios normales
  • *
  • Mensajes: 170
  • Gracias 1
  • Iniciales nick: NUB
Re: Érase una vez unos Recreativos... (Editorial Arcadespain)
« Respuesta #22 en: Agosto 23, 2023, 05:07:03 pm »
Ay, @Zael  :-[ No me des jabón  :D

La anécdota es 100% real. Mi barrio era bastante "peculiar"  :D :D :D

Dejo otra que también tenía escrita que aunque no está ambientada en unos recres, sí lo está en una máquina.

-----------------

La taberna Els Cantaires no solo era un bar de viejos. Era un bar viejo. Sucio como la conciencia de un presidiario. No podíamos decir que fuese polvoriento porque el polvo se mezclaba con el humo grasiento de la freidora donde se chamuscaban los morros y las patatas bravas, formando una especie de solera negruzca que se adhería obstinadamente al alicatado de la barra, y terminando en una cascada de chorretes de lo menos apetitosos.

Els Cantaires olía a fritanga, a viejo y a madera rancia por las barricas de vermut que colgaban de una de las paredes, cubiertas con tantas capas de mugre apelmazada que todos los críos habíamos rascado con la uña nuestros nombres en ellas.

Esta tabernucha infecta ponía en práctica dos modelos de negocio que la mantuvieron a flote hasta finales de los noventa, y que comprendía dos generaciones contrapuestas de clientes: jubilados que pasaban la tarde entre carajillos y farias, y escolares del Colegio Montserrat, que estaba justo enfrente. Estos últimos, a las cinco de la tarde, inundaban el bar en busca de un pastelito, un mi merienda o una bolsa de ganchitos, para desaparecer y dedicarse a sus gamberradas cotidianas.

El dueño de Els Cantaires, el señor Julio, al que llamábamos el Chuli por su nombre en catalán, tuvo la idea de poner unos marcianitos con el fin de que la chavalería pasase más rato en la taberna y aumentase el beneficio a base de más Tigretones y Panteras y Bonys y Bucaneros, más ganchitos, algunas Fantas y echando monedas en la máquina.

Esa máquina era el novísimo Track and Field, también conocida como Hyper Sports o, sencillamente, la de las olimpiadas. A estas alturas sobra enrollarse explicando su funcionamiento.

La primera reacción que tuvimos al ver la nueva máquina y su demostración fue de extrañeza, pues no teníamos muy claro cómo íbamos a hacer correr al personaje sin palanca. Hasta que un chaval algo mayor le echó una moneda, apuntó su nombre -¡otra novedad! ¡poner nombre antes de empezar!- y empezó a aporrear los botones.

Se nos quedó cara como de ver despegar un un Seat Ritmo a velocidad Mach-5. Así que era eso. Aporrear cosas. Nuestra especialidad. Cuando el muchacho dejó libre la máquina, nos lanzamos sobre ella como urracas a una chapa, dispuestos a maltratarla hasta que sus leaf switches pidieran clemencia.

Para cuando a los pocos días le cogimos el truco, los chavales ya andábamos con los brazos y las muñecas doloridos por las agujetas y las yemas de los dedos enrojecidas como culos de babuino. 

Cada uno fue descubriendo su propia técnica para hacer correr más y más al bigotudo que devino en marca de la casa Konami.
Unos usaban la manera canónica, pulsar repetidamente ambos botones con las dos manos y seguidamente el salto, perdiendo así unas décimas de segundo. Otros, más atrevidos, solo usaban un botón para correr, poniendo el brazo en tensión y haciendo vibrar las puntas de los dedos sobre él, lo que les dejaba la otra mano libre para pulsar el botón de salto en el momento oportuno.

Muchas veces nos juntábamos tantos críos en Els Cantaires que hacíamos equipos de dos y hasta tres, repartiéndonos los botones y compitiendo como si la Fama y la Gloria nos fuesen en ello, entre gritos de ánimo, discusiones y risas -Sobre todo risas- que inundaban la taberna de una estridente algarabía y trastocaban la tranquilidad de los parroquianos, acostumbrados a que lo más molesto fuese el vuelo de una mosca que esperaba revoloteando perezosamente en círculos a que el Chuli expusiera un plato de morros gomosos o una bandeja de ensaladilla tan vieja como él mismo.

Algunos se quejaban del escándalo que montábamos los críos "con la mierda los marcianitos", pero el Chuli defendía su decisión de mantener la máquina en su sitio con el argumento de que ver su local lleno daba dinero y alegría, por orden de importancia. Un buen catalán, el Chuli.

Y un día, cuando entramos en tropel, tras merendar desperdigados entre la acera y el quicio de la puerta… ¡Vimos la luz!. Mientras contábamos las monedas sueltas obtenidas tras la venta de botellas de champán al trapero (uno de los modelos de financiación de los que hablaremos próximamente), entró en la taberna el Pánez, un heavy gigantesco, una masa imponente formada por greñas y barriga cervecera. El Pánez se llamaba en realidad Pep Sánchez, pero como su padre era el panadero de mi calle y el pan más grande que había hecho era su propio hijo, se le bautizó con tal apodo.

Pidió una caña y un paquete de Fortuna, se acercó a la máquina, la alimentó con una moneda de cinco duros y se inclinó sobre ella tapando prácticamente toda la pantalla con su mole.
Y entonces pudimos oír un tableteo veloz, desaforado, como una ametralladora manejada por un camboyano loco en pleno frenesí homicida: clack-clack-clackclackclackclackclack.

Nos acercamos para ver qué era ese escándalo y, boquiabiertos, vimos cómo el personaje bigotudo blanco humillaba al bigotudo negro (deportivamente hablando) convirtiéndose en un ramillete de piernas, corriendo como si un inspector de Hacienda le hubiese pedido fuego.

Pero… ¿Y el ruido? Cuando acometió la segunda prueba, salto de longitud, se desveló el misterio: ¡Frotaba un mechero Bic en uno de los botones de correr!. Si al ver correr el personaje estábamos boquiabiertos, al ver cómo con un simple mechero pulverizaba todos los récords casi hubiésemos sido capaces de tropezar con nuestras propias barbillas.

Nos había sido desvelado El Truco Del Mechero.

Desde ese mismo día, todos, fumadores o no, llevábamos nuestro mechero en el bolsillo. Cabe decir que más de uno acabó castigado porque es una excusa un poco peregrina decir que llevabas un mechero para jugar a los marcianitos puesto que la asociación más sencilla era mechero = fumar.
Castigos aparte, con el nuevo método se acabaron los equipos. La competición se convirtió en una guerra fraticida sin paliativos. Todo era más rápido, más competitivo e individualista. Los récords eran más grandes y la gloria, mayor.

Poco más duró Track and Field en Els Cantaires

Como pretexto para su retirada bastaron una mano sudada y un mechero impactando en un ángulo erróneo, que salió despedido hacia la calva del Chuli primero y al plato de un carajillo después, volcando este sobre los pantalones del parroquiano que dormitaba en la barra al calorcillo de la tarde. Precisamente el marido de la Virtudes, que había sido guardia urbano y gastaba una mala leche legendaria. Para más inri, era mi vecino. Su entrepierna quedó cubierta de café y soberano, por suerte ya tibio, y se arrancó en un recital de exabruptos que omitiré por no herir sensibilidades.

El Chuli salió de la barra maldiciendo el santoral y gritando a voz en cuello.

– ¡Mecagondeu! ¡Ya estoy hasta los collons de la murga de los críos y de los marcianitos y de la mare que els va parir!

El Chuli y el marido de la Virtudes nos persiguieron calle arriba hasta que se dieron cuenta de que no solo corríamos como gamos en el Track and Field. En la calle corríamos incluso más, salvo quizá nuestro gran amigo Alfredo el Molles. En todo caso, corría bastante más que nuestros perseguidores ya sexagenarios.

Nos quedamos, pues, sin olimpiadas y además el marido de la Virtudes se chivó a todos nuestros padres, que eran unos cuantos, y al que más o al que menos le cayó una bronca de intensidad moderada. Aproximadamente de 4,5 en la escala NuBus.

Al menos tuvimos la satisfacción de ser perseguidos por los adultos, cosa que daba mucho caché en el barrio.

*****

A modo de pequeño epílogo:

Estuvimos unas semanas sin siquiera pasar por delante de Els Cantaires.

Una tarde, unos chavales del Colegio Montserrat vieron desde la ventana de clase a un tipo con una carretilla metiendo una máquina en la taberna.
No hace falta decir que a media tarde la noticia había corrido como un rumor de embarazo y ya había grupos de chavales asomando la cabeza por la puerta de Els Cantaires para ver si era verdad lo de la máquina.

– Esta os gustará y además no donareu tant pel cul. – decía el Chuli con la mejor sonrisa que tenía, que tampoco era para ganar un campeonato.

La máquina era Donkey Kong Jr. y se convirtió desde el primer día -y hasta hoy- en una de mis máquinas favoritas.

Porque el Chuli -que en gloria esté- era un viejo huraño pero, en el fondo, éramos los críos del barrio y nos quería casi tanto como al dinero.

----------

El único dato que se ha maquillado aquí es que el mechero nunca fue a parar a la calva del Chuli. Impactó directo en el carajillo  8) :D Así se potencia más la "comedia física"  :D :D
« Última modificación: Agosto 24, 2023, 09:14:29 pm por NuBus »

Desconectado Zael

  • VIP
  • *
  • Mensajes: 1793
  • Gracias 9
    • Ancient Bits
  • Iniciales nick: ZAE
Re: Érase una vez unos Recreativos... (Editorial Arcadespain)
« Respuesta #23 en: Agosto 26, 2023, 01:43:20 pm »
Ay, @Zael  :-[ No me des jabón  :D

Ja, ja, que no, que no, que estos relatos/recuerdos tuyos son BUE-NÍ-SI-MOS!!

Es como si te dieran una patada en el culo y te enviaran directo a los 80/90, a esa infancia que todos añoramos. Seguro que cualquiera que tenga ya una edad y lea estos relatos tuyos no puede evitar acordarse de los recreativos de la época o, como en este último relato, de esas bodeguetas y bares mugrientos (como El Cantaires que describes tan bien) y la fauna que los habitaba.

Y esas expresiones como "una ensaladilla más vieja qué él mismo" o "corriendo como si un inspector de Hacienda le hubiera pedido fuego" o esos motes como "El Panez" o "El Molles", que tanto recuerdan a aquella "vida de barrio" de los 80/90 que nunca volverá.

En fin, lo dicho, estos relatos tuyos son pura nostalgia aderezada con una buena dosis de humor. En definitiva, como se dice vulgarmente... ¡mierda de la buena!  ;D ;D






Desconectado empardopo

  • Admin
  • *
  • Mensajes: 21714
  • Gracias 761
  • Espero mejorar al KungFu Master!
    • Mi canal de Youtube
  • Ciudad: Norte de África
  • Pais: Escoña
  • Iniciales nick: EPP
Re: Érase una vez unos Recreativos... (Editorial Arcadespain)
« Respuesta #24 en: Septiembre 01, 2023, 07:54:24 pm »
Geniales estos "textshorts" y con ganas de más!

 


* Recopilatorio Retos: Desde el 1 hasta .....  Autor: montypepa Foro: Competiciones y concursos 28/04/2024 (20:49)
* Retro 320 - Wizard of wor  Autor: Zael Foro: Competiciones y concursos 28/04/2024 (20:26)
* Aprende a hacerte un PORTABLE de tu juego arcade favorito  Autor: jose365 Foro: Records y wolfmame 28/04/2024 (16:28)
* Info sobre MARP  Autor: Zael Foro: Records y wolfmame 28/04/2024 (16:08)
* Salón Recreativo #55 (27-04-2024 / 26-05-2024)  Autor: Zael Foro: Salón Recreativo FaseBonus 28/04/2024 (15:53)
* [Recomendacion] Series para ver  Autor: arquillos Foro: Offtopic 25/04/2024 (19:51)
* Screenshot de empardopo  Autor: empardopo Foro: Otros programas 24/04/2024 (19:42)
* Homenaje a Locomalito  Autor: empardopo Foro: Otros programas 24/04/2024 (19:37)
* Concurso Bytemaniacos 2025  Autor: empardopo Foro: Creación de juegos 23/04/2024 (21:46)
* La inteligencia artificial ha llegado a la música  Autor: empardopo Foro: Offtopic 23/04/2024 (21:43)
* Retro Portable Maker ArcadeSpain (RPMA)  Autor: empardopo Foro: Otros programas 21/04/2024 (19:16)
* Van dos y se cae el del medio - Hilo de cachondeo general  Autor: empardopo Foro: Offtopic 21/04/2024 (18:47)
* ¿A qué estáis jugando ahora mismo?  Autor: joselopez Foro: Offtopic 19/04/2024 (00:02)
* Hacer fondos de pantalla con Excel para Spectrum  Autor: empardopo Foro: Creación de juegos 18/04/2024 (19:33)
* Salón Recreativo FaseBonus - Preparativos y Sugerencias  Autor: Zael Foro: Salón Recreativo FaseBonus 17/04/2024 (00:17)
* Retropixel 2024  Autor: Zael Foro: Eventos Arcades 14/04/2024 (12:24)
* [N3DS] Red Viper - Emulando Virtual Boy como Dios manda  Autor: Zael Foro: Noticias de emuladores 14/04/2024 (12:17)
* Ofertas Amazon  Autor: empardopo Foro: Offtopic 11/04/2024 (20:29)
* Restauración Terminator 2 + LightGun Gun4IR  Autor: HeroTonma Foro: Diario de construccion de tu arcade 04/04/2024 (14:18)
* Ojo con telegram  Autor: Zael Foro: Noticias 29/03/2024 (19:30)
* Patrocinador para el foro ArcadeSpain  Autor: Zael Foro: Noticias 24/03/2024 (21:01)
* Galería de fotos en ArcadeSpain - sube las fotos a nuestro servidor -  Autor: empardopo Foro: Noticias 24/03/2024 (16:49)
* Flipando con la desinformación en el caso del emulador Yuzu  Autor: Zael Foro: Offtopic 22/03/2024 (20:13)
* Salón Recreativo FaseBonus - Recopilatorio Salones  Autor: Zael Foro: Salón Recreativo FaseBonus 22/03/2024 (12:36)
* Mirad lo que acabo de recibir para mi Powkiddy A12... Os va a molar  Autor: Zael Foro: Powkiddy A12/A13 18/03/2024 (21:02)
* Ayuda, algún app para poner imagen a un mo3  Autor: gucaza Foro: Otros programas 16/03/2024 (06:03)
* Recta final de la maquina  Autor: beaches Foro: Attract Mode 12/03/2024 (00:22)
* Saludos desde Madrid   Autor: gabibb Foro: Presentate al Foro 11/03/2024 (19:52)
* Problema con placa zero delay..   Autor: catapum Foro: Seccion C.P. 07/03/2024 (11:46)
* Música y artistas aptos para nuestra jukebox  Autor: Zael Foro: Offtopic 03/03/2024 (20:47)

Countdown
Buscaunchollo.click