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Arcadespain => Offtopic => Mensaje iniciado por: Zael en Julio 05, 2020, 04:20:40 pm

Título: Érase una vez unos Recreativos... (Editorial Arcadespain)
Publicado por: Zael en Julio 05, 2020, 04:20:40 pm
(https://static.wixstatic.com/media/39451e_aa0a420dfd494ff8aff2ddeb94e688cb~mv2.jpg)


¡Hola amigos del plumín y de la pluma (¡ops!)! Abro este hilo para presentaros este proyecto Érase unos Recreativos que comencé hará cosa de un año en mi página web Ancient Bits (https://ancientbits.wixsite.com/ancientbits/blog) (¡toooma spaaam! y más tarde intenté (con más pena que gloria) extender a otros aficionados a la escritura y los arcades por foros de mala muerte como FaseBonus.

Tras comprobar hace unos meses que por este Foro también hay buenos amantes de los arcades y la escritura, me animo a compartir por aquí algunos de los relatos que voy colgando en mi web/blog (https://ancientbits.wixsite.com/ancientbits/blog) (y dale con el spam) pero sobre todo OS ANIMO A LOS DEMÁS a que cojáis lápiz y papel y dejéis volar vuestra imaginación hasta aquellos antros de perdición llamados recreativos que tanto nos gustaba visitar de niños y los plasméis aquí en pequeños relatos.

La idea es escribir pequeños relatos de ficción ambientados en los salones recreativos en los que tan buenos momentos pasamos en nuestra infancia.



Por si alguien se anima, aquí os dejo algunos consejos:


1) La temática es libre (aventura, fantasía, amor, humor, terror, ciencia ficción, erótica, etc.), vale cualquier cosa.

2) No hay límite de extensión, pero os recomiendo que empecéis por relatos muy cortos, de apenas unos cuantos párrafos. Cuanto más corto sea el relato, más fácil os resultará.

3) Os animo a compartir opiniones, dar consejos para mejorar los relatos, etc. A mi podéis castigarme las corvas sin piedad, pero intentemos ser constructivos... excepto con @daninyuisio y @josezpin, con esos podemos descojonarnos y burlarnos de sus relatos.  :P :P

4) La única regla obligatoria es que los relatos deben estar ambientados en un salón recreativo.



Aunque esto por ahora no es más que un hobby, estoy intentando extenderlo por las diferentes comunidades arcade que conozco por si los aficionados a los arcades y a escribir se animan y pudiera surgir un hipotético libro de relatos.

No creo que ninguno vayamos a poner aquí ningún relato premio Pullitzer, pero como iré mezclando relatos de varios participantes, hago extensible a todos los relatos que se publiquen en este hilo la siguiente licencia Creative Commons que permite sólo la reproducción de dichos relatos bajo consentimiento de sus respectivos autores (podéis volver a pegarla también bajo vuestros relatos)...


(https://static.wixstatic.com/media/39451e_94cde22774f94d7289ac9be3d3c375b0~mv2.jpg/v1/fill/w_323,h_53,al_c,lg_1,q_90/39451e_94cde22774f94d7289ac9be3d3c375b0~mv2.webp)



Bueno, ¿qué? ¿os apetece darle al joystick y la pluma, muchachos? ¿chicos, estáis ahí...?

(https://thumbs.gfycat.com/InfantileAcademicDodobird-size_restricted.gif)

P.D.: ¡Vamos esos @iOtero, @treme, @empardopo, @daninyuisio y compañía, vamos a levantar esto a base de meneos de joystick y lápiz! ;)
Título: Re:Érase una vez unos Recreativos... (Editorial Arcadespain)
Publicado por: Zael en Julio 05, 2020, 04:32:36 pm

Venga, empiezo yo mismo con este que para inaugurar la "sucursal Arcadespain" de este proyecto. Este por ahora sólo se puede leer aquí en Arcadespain...



JESUCRITO DE HANTAREX
(PARTE 1/2)


(https://static.wixstatic.com/media/39451e_706c26d394b64717aa2a9d88a5075e4e~mv2.jpg/v1/fill/w_449,h_583,al_c,lg_1,q_90/39451e_706c26d394b64717aa2a9d88a5075e4e~mv2.webp)


Los milagros, al igual que las desgracias, ocurren cuando uno menos se lo espera. A estas alturas de la vida, uno no podría decir bien si lo que sucedió aquella tarde de Agosto fue un milagro o una desdicha. Decidan ustedes...


Incluso desde los billares al fondo de los recreativos pudo apreciarse el cambio de luz. Los chavales apostados en la puerta miraban absortos el cielo mientras sus dedos trajinaban el papel de fumar. A los niños más pequeños se les erizaban los pelos del cuello y todos percibíamos el olor a ozono, aún cuando ninguno de nosotros conocíamos aún esa palabra.


El “jefe” salió de su mostrador cojeando y, tras asomarse un segundo a la puerta, anunció a voz en grito: “¡Cinco minutos y apago las máquinas! ¡No quiero que pase como la última...!”. Un rayo iluminó el cielo y el trueno posterior ahogó sus palabras. Y la noche engulló aquel salón recreativo, mientras decenas de niños chillaban eufóricos reclamando la devolución de sus monedas y los monitores de las antiguas máquinas recreativas lloraban sus últimos rayos catódicos antes de apagarse por completo.


Tras unos minutos de infructuosa lucha con el cuadro de luces, el “jefe” volvió del cuarto de mantenimiento con unas velas encendidas alarmado por el extraño silencio que se había adueñado de sus recreativos. Decenas de niños se arremolinaban alrededor de la máquina de Street Fighter II que, en medio de la oscuridad, iluminaba inexplicablemente los rostros de aquellos niños.


Una enorme y brillante mancha de luz residual permanecía caprichosa en el tubo del monitor de esa recreativa. Los niños la miraban incrédulos, mientras solapaban sus voces unos con otros intentando descifrar la silueta de aquella mancha: “¡Es un árbol!”, decía uno. “¡No! ¡Es el mapa de España¡”, decía otro. “¡Callaos y arrodillaos!”, dijo el “jefe”. Y entonces, iluminados sólo por el resplandor de la máquina y la luz de las velas, añadió: “Es la cara de nuestro Señor Jesucristo...”


Zael Garamonde


(https://static.wixstatic.com/media/39451e_94cde22774f94d7289ac9be3d3c375b0~mv2.jpg/v1/fill/w_323,h_53,al_c,lg_1,q_90/39451e_94cde22774f94d7289ac9be3d3c375b0~mv2.webp)


P.D.: Relato inspirado por una mancha magnética que me lleva acompañando durante años en mi monitor Hantarex Polo 27" de mi recreativa VideoLíder... puta mancha que no se va ni con aguarrás.  ;D :P
Título: Re:Érase una vez unos Recreativos... (Editorial Arcadespain)
Publicado por: Karras76 en Julio 06, 2020, 03:40:25 pm

P.D.: Relato inspirado por una mancha magnética que me lleva acompañando durante años en mi monitor Hantarex Polo 27" de mi recreativa VideoLíder... puta mancha que no se va ni con aguarrás.  ;D :P

¡Pásale un imán!
Título: Re:Érase una vez unos Recreativos... (Editorial Arcadespain)
Publicado por: Zael en Julio 06, 2020, 09:37:56 pm



¡Pásale un imán!


Ya lo hice @Karras76, pero la mancha vuelve cual caras de Bélmez. Tengo que abrir un hilo con foto y vídeo para ver si alguno dais con la tecla, porque el técnico que me arregló el flyback me aseguró que el cable desmagnetizador funciona cada vez que se enciende el monitor, y no ha habido forma de saber de dónde viene el campo que está magnetizando esa esquina. Tal vez sea Jesucrito de Hantarex...  ;D
Título: Re:Érase una vez unos Recreativos... (Editorial Arcadespain)
Publicado por: treme en Julio 07, 2020, 01:29:29 am
Haber si tienes un altavoz cerca de donde se magnetiza,recuerdo yo en el 2005 cuando empeze en esto de las arcades colocar un altavoz tan cerca que lo magnetizaba y no sabia el porque  :P
Título: Re: Érase una vez unos Recreativos... (Editorial Arcadespain)
Publicado por: Zael en Octubre 17, 2021, 08:34:54 pm

Me he animado a retomar los Relatos (de) Recreativos estos. Esta vez vamos a probar con algo de poesía. No me llaman "El Góngora del Crédito" así porque sí...  ::) ::)  ;D




(https://static.wixstatic.com/media/39451e_5674aa8562444442b0d2bd4a7118d4ec~mv2.jpg)


LO MEJOR DE ESTE MUNDO


¿Qué es lo mejor de este mundo?,

pregunta el "jefe" Raimundo.


Lo mejor de este mundo

es un ha-do-ken bien hecho,

contesta Antonio satisfecho.


Lo mejor de este mundo

es una partida a dobles al Double Dragon,

grita el hijo de Ramón.


Lo mejor de este mundo

es hacer líneas de cuatro en cuatro,

balbucea Susana con su aparato.


Lo mejor de este mundo

es Susana,

se sonroja Daniel junto a la ventana.


¡Lo mejor de Susana

es el culo de su hermana!,

ríen todos (¡qué alegría, qué jarana!)


En la puerta, entre litronas y Vespinos,

(pobres marionetas del destino),

los mayores nos anuncian

que su infancia ya ha pasado...

¡Lo mejor de este mundo

es un porro bien líado!,


El día acaba, calle abajo marchan

Antonio, el hijo de Ramón y Susana

(y el culo de su hermana),

y el "jefe" baja la persiana.


Un susurro escapa

de su boca sin "piños":

"Lo mejor de este mundo...

¡son los niños!"

El Góngora del Crédito



P.D.: A ver... no nos engañemos, los relatos recreativos estos son una gilipollez como la copa de un pino, pero si alguien se anima a participar... ¡pues ya sabe, a sacarle punta al joystick y escribir historias de ficción inspiradas en nuestros recuerdos de recreativos!  ;)
Título: Re: Érase una vez unos Recreativos... (Editorial Arcadespain)
Publicado por: daninuyusio en Octubre 17, 2021, 11:45:39 pm
Pués al leerte me ha recordado a mi época y algo parecido...
Me ha venido a la mente allá con 16 años o así que todos los santos días por la tarde quedabamos la pandilla del instituto en los mismos recreativos.
Éramos un grupo de unos 15 entre chicos y chicas y allí pasabamos las horas muertas hasta el cierre...
El empleado era un tio de unos 50 años o así...y teníamos mucha confianza y siempre estábamos en la puerta sentados viendo las tias pasar y poniéndonos bizcos con el rabo tieso cuando se acababan las monedas del almuerzo del instituto.
El cabrón del jefe nos avisaba cuando veía venir alguna de lejos...si estabamos dentro...y viceversa...
Allí nos magreabamos con las compis de la pandilla y de vez en cuando el jefe como le llamabamos nos metía un strike cuando nos pillaba en los aseos guarreando...
El cabrón estaba cocido perdido...le gustaban hasta las jovenzuelas de nuestra pandilla al cabrón...
Pero lo peor de todo es que tenía una hija de unos 25 años o así y de vez en cuando se pasaba a verlo un rato...y la jodida era la que más buena estaba de todas las que pasaban por allí...
Y el jefe se ponía que echaba chispas porque nos la follabamos con la mirada y nos cosía a pescozones después y nosotros le atizábamos diciéndole que estaba muy buena y que nos la follabamos.....hasta reventar.
Muy buen rollo en aquel antro que además era muy grande y tenía unas 50 arcades,6 pinballs,2 futbolines grandes,billar de los grandes,diana de dardos,y máquinas de bebida y comida...y tenía un par de máquinas de esas de futbol que se jugaban sentado con mueble y pantallón....además de una sega rally 2.
Allí nos pegamos varios años todos los días hasta que finalmente los quitaron y pusieron un supermercado...
Aquello era el punto de encuentro y de allí no salíamos desde las 5 de la tarde hasta el cierre...y algunas mañanas de semana nos saltábamos las clases y nos tirábamos la mañana allí...y los findes igual...
Título: Re: Érase una vez unos Recreativos... (Editorial Arcadespain)
Publicado por: empardopo en Octubre 18, 2021, 10:35:06 am
 Me he animado a retomar los Relatos (de) Recreativos estos. Esta vez vamos a probar con algo de poesía. No me llaman "El Góngora del Crédito" así porque sí...  ::) ::)  ;D




(https://static.wixstatic.com/media/39451e_5674aa8562444442b0d2bd4a7118d4ec~mv2.jpg)


LO MEJOR DE ESTE MUNDO


¿Qué es lo mejor de este mundo?,

pregunta el "jefe" Raimundo.


Lo mejor de este mundo

es un ha-do-ken bien hecho,

contesta Antonio satisfecho.


Lo mejor de este mundo

es una partida a dobles al Double Dragon,

grita el hijo de Ramón.


Lo mejor de este mundo

es hacer líneas de cuatro en cuatro,

balbucea Susana con su aparato.


Lo mejor de este mundo

es Susana,

se sonroja Daniel junto a la ventana.


¡Lo mejor de Susana

es el culo de su hermana!,

ríen todos (¡qué alegría, qué jarana!)


En la puerta, entre litronas y Vespinos,

(pobres marionetas del destino),

los mayores nos anuncian

que su infancia ya ha pasado...

¡Lo mejor de este mundo

es un porro bien líado!,


El día acaba, calle abajo marchan

Antonio, el hijo de Ramón y Susana

(y el culo de su hermana),

y el "jefe" baja la persiana.


Un susurro escapa

de su boca sin "piños":

"Lo mejor de este mundo...

¡son los niños!"

El Góngora del Crédito



P.D.: A ver... no nos engañemos, los relatos recreativos estos son una gilipollez como la copa de un pino, pero si alguien se anima a participar... ¡pues ya sabe, a sacarle punta al joystick y escribir historias de ficción inspiradas en nuestros recuerdos de recreativos!  ;)

Muy bueno compi! Yo es que no venía para poeta, jeje!
Título: Re: Érase una vez unos Recreativos... (Editorial Arcadespain)
Publicado por: Pegafun en Octubre 18, 2021, 12:35:48 pm
Muy buena adaptación literaria Zael, me ha gustado mucho leerla. Sigue deleitándonos con estos aportes.
Título: Re: Érase una vez unos Recreativos... (Editorial Arcadespain)
Publicado por: Zael en Mayo 01, 2022, 03:12:56 am
Muchachos, dejo por aquí este subno-relato recreativo que sirve de pequeño homenaje a la recién terminada Maratón Arcadespain 2022. El homenaje no va más allá de un pequeño guiño en el nombre de los recreativos donde se basa la historia y un reconocimiento a la ya legendaria dureza de la Maratón Arcadespain y sus participantes. Todo lo demás es puramente ficticio.

El relato está basado en una leyenda histórica que leí hace poco y cuenta que el rey persa Darío el Grande, tras ser derrotado por los atenienses en la batalla de Maratón, se hizo acompañar el resto de su vida de dos esclavos que, cada vez que lo veían confiado o distraído, tenían la obligación de susurrarle al oído...




ACUÉRDATE DE LOS ATENIENSES

(https://cdn.discordapp.com/attachments/778265058752200744/970133019111358494/DARIO_2.jpg)


Mi amigo Darío me ha dicho que le recuerde lo de los atenienses. Darío Jiménez, alias "El Grande", alias "El Dorado, alias "El Rey": gitano de metro noventa, ojos eternos y jugador arcade de "oro de Ley".

 
No hay Salón Recreativo en el barrio que no haya sido conquistado por Darío. Sus dominios se extienden desde las pequeñas máquinas de los bares del Mercado hasta los grandes recreativos junto a la pescadería de Doña Emilia. No hay máquina arcade en el barrio, grande o pequeña, antigua o moderna, en la que Darío no sea el Rey.

 
Darío es realmente "Grande". Su altura es propia de un joven de 30 años, su barba poblada es la de un hombre de 50, y sus ojos... sus ojos son de Matusalén. Pese a todo, Darío tiene sólo 17 años.

 
Darío tiene la mirada más profunda que haya conocido jamás. Sus ojos son del color de la miel, densos como la miel... eternos como la miel. Pero los ojos de Darío no son dulces pues, desde que nació, una neblina blanca los cubre del mismo modo que las mortajas cubren a los muertos. Las gitanas del mercado se persignan al verlo pasar mientra murmullan una y otra vez: "¿Cuántas vidas has visto, Darío?", "¿Con qué ojos miran los muertos, Darío?"

 
Pero, por encima de todo, Darío es un jugador de recreativos. Dicen que cuando Darío entra en unos recreativos, el Sol entra dos veces. Sobre su pecho descubierto descansa un enorme medallón dorado con la forma de una moneda de 5 duros que brilla como un faro. Sus dedos tienen tal longitud y flexibilidad que desafían cualquier tratado de anatomía, y le permiten jugar con una sola mano si así lo desea. Cuando sus dos manos se posan sobre los mandos no se ha visto pianista más virtuoso y es, sencillamente, imbatible.


El retrato lo remata su guardia personal, dos muchachas de apenas 15 años, tan guapas y gitanas como él. De ojos verdes como frutos del olivo y trenzas de pelo negro que les alcanzan la cintura, cada vez que Darío juega a una máquina recreativa se inclinan a su lado en altos taburetes y le susurran cosas al oído mientras hacen pompas interminables con sus chicles y sus tangas fosforescentes de mercadillo asoman una y otra vez por la rabadilla. Podría decirse que Darío es, a todos los efectos, un Rey.

 
Tal vez por eso, cuando Darío se enteró de la existencia de unos nuevos recreativos en el barrio residencial Athenas decidió que también debían ser suyos. Athenas es un barrio de clase trabajadora, formado por enormes bloques de viviendas de aspecto mediocre habitados por gente de aspecto aún más mediocre. Los vecinos de Athenas no son ni muy altos ni muy bajos, ni muy ricos ni muy pobres... ni muy payos ni muy gitanos. Los vecinos de Athenas son, simplemente, atenienses. Y todos juegan en los recreativos "Maratón".

 
Cuando Darío llegó a las puertas de "Maratón" en su Vespino dorada el sol estaba en su punto más álgido. El medallón con forma de moneda refulgía sobre su pecho y cubría de oro a Darío y todo lo que estuviera a su alrededor. La entrada de Darío en "Maratón", jaleado por sus seguidores, fue digna de un rey, digna de un... dios. Pero ese día ni el propio Darío, borracho de orgullo y confianza, fue capaz de ver las caras de los muchachos atenienses que aguardaban en la puerta. Eran caras esculpidas por la rutina y la mediocridad, caras cansadas de la vida, caras que no se inmutan ni ante la presencia de un dios.

 
Los recreativos "Maratón" tenían una distribución peculiar. Eran realmente estrechos, de apenas cuatro metros de anchura, plagados de interminables máquinas recreativas a ambos lados dejando en el centro un angosto pasillo por donde a duras penas podía pasar un hombre. Pero, todo lo que tenían de estrechos, lo compensaban con su longitud: las máquinas recreativas se sucedían una tras otra hasta el fondo de los recreativos, apenas visible desde la entrada, desde donde la hilera de recreativas regresaba interminable de nuevo hasta la entrada. Un auténtico desfiladero de recreativas donde los atenienses sabían moverse como peces en el agua.

 
Pero ese día las manos de Darío se movían más deprisa que nunca y sus ojos brillaban con una intensidad que no se había visto jamás. Su inicio fue fulgurante, los récords previos de las recreativas fueron cayendo una a una y Darío iba inscribiendo con mano de hierro sus iniciales en todas y cada una de esas máquinas: los recreativos "Maratón" pronto formarían parte del gran imperio de Darío.

 
Y entonces, algo sucedió. Un muchacho ateniense de apenas 8 años se acercó a la máquina en la que Darío estaba jugando y, sin mediar palabra, introdujo una moneda en la ranura del segundo jugador. "Here comes a New Challenger!" rezaba la pantalla. "¡¿Qué haces maldito canijo insolente, acaso no ves que estaba jugando yo?!", gritó Darío fuera de sí. Como única respuesta, el muchacho lanzó a la cara el humo de un Celta sin boquilla mal apagado que había recogido del suelo y miró a Darío con una mirada tan vacía que incluso el propio Darío se asustó. Darío acabó con la resistencia del jugador inesperado en cuestión de segundos, pero algo en su ánimo comenzó a resquebrajarse.

 
Unas máquinas más adelante Darío escuchó un gran murmullo: alguien había superado una de sus puntuaciones en una de las máquinas que ya había jugado. Ciego de ira, Darío intentó volver atrás para recuperar su récord, pero una masa de muchachos atenienses taponaba el pasillo central, impidiendo su paso. “¡Apartaos de mi camino, bastardos!”, gritaba Dario. “¡¿Acaso no sabéis quién soy?!”, insistía una y otra vez. Por toda respuesta, unos ojos vacíos y cansados le miraban indiferentes.

 
Con claros signos de cansancio, Darío llegó al fondo de los recreativos. Allí hacía un calor sofocante y la oscuridad era tal que tenía que entrecerrar sus legendarios ojos para alcanzar a ver algo. La neblina blanca que siempre cubría sus ojos le impedía ver nada con tan poca luz. Un grupo de niños atenienses se arremolinaban a su alrededor, apoyando la mano en la marquesina y hostigándole una y otra vez: “¿Te lo paso? ¿Quieres que te lo pase?” “¿Te tiro la magia?”. “¡Dejadme tranquilo, malditos mocosos!”, gritaba Darío ya claramente afectado.

 
Y los muchachos atenienses fumaban como nunca antes Darío había visto fumar a nadie. Fumaban Celtas, Ducados, canutos de marihuana, caliqueños y otro tipo de cigarros que Darío no era capaz de identificar. Y el humo cegaba aún más su ya limitada visión y hacía llorar sus ojos, ahora apenas una parodia de lo que siempre habían sido. “¡Dejad de fumar a mi alrededor, hijos de puta!”, gritaba, pero ellos seguían fumando y mirándolo con esa mirada perdida que Darío no había sabido ver a su entrada... la mirada de la gente que no tiene nada que perder en esta vida.

 
Hacía ya varias máquinas que Darío no era capaz de superar ningún récord y entonces comenzó a sudar como nunca antes lo había hecho: un sudor abundante y espeso que cubría su ropa, su piel y todas sus joyas de oro... de oro del que cagó el moro. Los que estuvieron allí ese día juraron ver a Darío sudar oro. Todos sus anillos, pendientes y colgantes, incluidos el gran medallón del pecho con forma de moneda de 5 duros, fueron perdiendo el barato baño de oro que los cubría y el oro recorría su piel mezclado con el sudor haciendo, más que nunca, justicia a su apodo... Darío “El Dorado”. Entonces perdió el conocimiento y no recordó nada más.

 
Mi amigo Darío ya no es Darío “el Grande”. A día de hoy es simplemente Darío Jiménez, un gitano alto y espigado, con gafas de culo de botijo y de cataratas operado. Darío ya no cubre su cuerpo con joyas de oro, y sobre su pecho tan solo descansa una pequeña medalla de la Virgen de los Desamparados. Y ya no se hace acompañar por dos guapas gitanas. En su lugar, cada vez que visita unos recreativos me obliga a sentarme a su lado para que, cada vez que atisbe en él un exceso de orgullo o confianza, susurrarle una y otra vez al oído...

 
... “Darío, acuérdate de los atenienses”.


by Zael (Ancient Bits)



P.D.: Ancient Bits es un equipo de diferentes razas, credos y religiones formado por una sola persona (¿?). Ancient Bits está en contra de cualquier discriminación por sexo, raza o religión y recuerda que esto son sólo relatos ficticios (bastante malos, por cierto) basados en vivencias o recuerdos de la época de los salones recreativos o directamente imaginarios.

P.D.: ¿Cómo lo véis, muchachos? ¿Es posible que repetir 70 veces el nombre de "Darío" en un relato de 2 páginas sea algo excesivo? ¿Y qué me decís de lo de "tiene los ojos del color de la miel"? ¿Creéis que en un festival de literatura gay tendría alguna posibilidad? No me he quedado muy satisfecho con este relato, la verdad...   :-[ :-[

Título: Re: Érase una vez unos Recreativos... (Editorial Arcadespain)
Publicado por: empardopo en Mayo 02, 2022, 12:57:53 pm
Muchachos, dejo por aquí este subno-relato recreativo que sirve de pequeño homenaje a la recién terminada Maratón Arcadespain 2022. El homenaje no va más allá de un pequeño guiño en el nombre de los recreativos donde se basa la historia y un reconocimiento a la ya legendaria dureza de la Maratón Arcadespain y sus participantes. Todo lo demás es puramente ficticio.

El relato está basado en una leyenda histórica que leí hace poco y cuenta que el rey persa Darío el Grande, tras ser derrotado por los atenienses en la batalla de Maratón, se hizo acompañar el resto de su vida de dos esclavos que, cada vez que lo veían confiado o distraído, tenían la obligación de susurrarle al oído...




ACUÉRDATE DE LOS ATENIENSES

(https://cdn.discordapp.com/attachments/778265058752200744/970133019111358494/DARIO_2.jpg)


Mi amigo Darío me ha dicho que le recuerde lo de los atenienses. Darío Jiménez, alias "El Grande", alias "El Dorado, alias "El Rey": gitano de metro noventa, ojos eternos y jugador arcade de "oro de Ley".

 
No hay Salón Recreativo en el barrio que no haya sido conquistado por Darío. Sus dominios se extienden desde las pequeñas máquinas de los bares del Mercado hasta los grandes recreativos junto a la pescadería de Doña Emilia. No hay máquina arcade en el barrio, grande o pequeña, antigua o moderna, en la que Darío no sea el Rey.

 
Darío es realmente "Grande". Su altura es propia de un joven de 30 años, su barba poblada es la de un hombre de 50, y sus ojos... sus ojos son de Matusalén. Pese a todo, Darío tiene sólo 17 años.

 
Darío tiene la mirada más profunda que haya conocido jamás. Sus ojos son del color de la miel, densos como la miel... eternos como la miel. Pero los ojos de Darío no son dulces pues, desde que nació, una neblina blanca los cubre del mismo modo que las mortajas cubren a los muertos. Las gitanas del mercado se persignan al verlo pasar mientra murmullan una y otra vez: "¿Cuántas vidas has visto, Darío?", "¿Con qué ojos miran los muertos, Darío?"

 
Pero, por encima de todo, Darío es un jugador de recreativos. Dicen que cuando Darío entra en unos recreativos, el Sol entra dos veces. Sobre su pecho descubierto descansa un enorme medallón dorado con la forma de una moneda de 5 duros que brilla como un faro. Sus dedos tienen tal longitud y flexibilidad que desafían cualquier tratado de anatomía, y le permiten jugar con una sola mano si así lo desea. Cuando sus dos manos se posan sobre los mandos no se ha visto pianista más virtuoso y es, sencillamente, imbatible.


El retrato lo remata su guardia personal, dos muchachas de apenas 15 años, tan guapas y gitanas como él. De ojos verdes como frutos del olivo y trenzas de pelo negro que les alcanzan la cintura, cada vez que Darío juega a una máquina recreativa se inclinan a su lado en altos taburetes y le susurran cosas al oído mientras hacen pompas interminables con sus chicles y sus tangas fosforescentes de mercadillo asoman una y otra vez por la rabadilla. Podría decirse que Darío es, a todos los efectos, un Rey.

 
Tal vez por eso, cuando Darío se enteró de la existencia de unos nuevos recreativos en el barrio residencial Athenas decidió que también debían ser suyos. Athenas es un barrio de clase trabajadora, formado por enormes bloques de viviendas de aspecto mediocre habitados por gente de aspecto aún más mediocre. Los vecinos de Athenas no son ni muy altos ni muy bajos, ni muy ricos ni muy pobres... ni muy payos ni muy gitanos. Los vecinos de Athenas son, simplemente, atenienses. Y todos juegan en los recreativos "Maratón".

 
Cuando Darío llegó a las puertas de "Maratón" en su Vespino dorada el sol estaba en su punto más álgido. El medallón con forma de moneda refulgía sobre su pecho y cubría de oro a Darío y todo lo que estuviera a su alrededor. La entrada de Darío en "Maratón", jaleado por sus seguidores, fue digna de un rey, digna de un... dios. Pero ese día ni el propio Darío, borracho de orgullo y confianza, fue capaz de ver las caras de los muchachos atenienses que aguardaban en la puerta. Eran caras esculpidas por la rutina y la mediocridad, caras cansadas de la vida, caras que no se inmutan ni ante la presencia de un dios.

 
Los recreativos "Maratón" tenían una distribución peculiar. Eran realmente estrechos, de apenas cuatro metros de anchura, plagados de interminables máquinas recreativas a ambos lados dejando en el centro un angosto pasillo por donde a duras penas podía pasar un hombre. Pero, todo lo que tenían de estrechos, lo compensaban con su longitud: las máquinas recreativas se sucedían una tras otra hasta el fondo de los recreativos, apenas visible desde la entrada, desde donde la hilera de recreativas regresaba interminable de nuevo hasta la entrada. Un auténtico desfiladero de recreativas donde los atenienses sabían moverse como peces en el agua.

 
Pero ese día las manos de Darío se movían más deprisa que nunca y sus ojos brillaban con una intensidad que no se había visto jamás. Su inicio fue fulgurante, los récords previos de las recreativas fueron cayendo una a una y Darío iba inscribiendo con mano de hierro sus iniciales en todas y cada una de esas máquinas: los recreativos "Maratón" pronto formarían parte del gran imperio de Darío.

 
Y entonces, algo sucedió. Un muchacho ateniense de apenas 8 años se acercó a la máquina en la que Darío estaba jugando y, sin mediar palabra, introdujo una moneda en la ranura del segundo jugador. "Here comes a New Challenger!" rezaba la pantalla. "¡¿Qué haces maldito canijo insolente, acaso no ves que estaba jugando yo?!", gritó Darío fuera de sí. Como única respuesta, el muchacho lanzó a la cara el humo de un Celta sin boquilla mal apagado que había recogido del suelo y miró a Darío con una mirada tan vacía que incluso el propio Darío se asustó. Darío acabó con la resistencia del jugador inesperado en cuestión de segundos, pero algo en su ánimo comenzó a resquebrajarse.

 
Unas máquinas más adelante Darío escuchó un gran murmullo: alguien había superado una de sus puntuaciones en una de las máquinas que ya había jugado. Ciego de ira, Darío intentó volver atrás para recuperar su récord, pero una masa de muchachos atenienses taponaba el pasillo central, impidiendo su paso. “¡Apartaos de mi camino, bastardos!”, gritaba Dario. “¡¿Acaso no sabéis quién soy?!”, insistía una y otra vez. Por toda respuesta, unos ojos vacíos y cansados le miraban indiferentes.

 
Con claros signos de cansancio, Darío llegó al fondo de los recreativos. Allí hacía un calor sofocante y la oscuridad era tal que tenía que entrecerrar sus legendarios ojos para alcanzar a ver algo. La neblina blanca que siempre cubría sus ojos le impedía ver nada con tan poca luz. Un grupo de niños atenienses se arremolinaban a su alrededor, apoyando la mano en la marquesina y hostigándole una y otra vez: “¿Te lo paso? ¿Quieres que te lo pase?” “¿Te tiro la magia?”. “¡Dejadme tranquilo, malditos mocosos!”, gritaba Darío ya claramente afectado.

 
Y los muchachos atenienses fumaban como nunca antes Darío había visto fumar a nadie. Fumaban Celtas, Ducados, canutos de marihuana, caliqueños y otro tipo de cigarros que Darío no era capaz de identificar. Y el humo cegaba aún más su ya limitada visión y hacía llorar sus ojos, ahora apenas una parodia de lo que siempre habían sido. “¡Dejad de fumar a mi alrededor, hijos de puta!”, gritaba, pero ellos seguían fumando y mirándolo con esa mirada perdida que Darío no había sabido ver a su entrada... la mirada de la gente que no tiene nada que perder en esta vida.

 
Hacía ya varias máquinas que Darío no era capaz de superar ningún récord y entonces comenzó a sudar como nunca antes lo había hecho: un sudor abundante y espeso que cubría su ropa, su piel y todas sus joyas de oro... de oro del que cagó el moro. Los que estuvieron allí ese día juraron ver a Darío sudar oro. Todos sus anillos, pendientes y colgantes, incluidos el gran medallón del pecho con forma de moneda de 5 duros, fueron perdiendo el barato baño de oro que los cubría y el oro recorría su piel mezclado con el sudor haciendo, más que nunca, justicia a su apodo... Darío “El Dorado”. Entonces perdió el conocimiento y no recordó nada más.

 
Mi amigo Darío ya no es Darío “el Grande”. A día de hoy es simplemente Darío Jiménez, un gitano alto y espigado, con gafas de culo de botijo y de cataratas operado. Darío ya no cubre su cuerpo con joyas de oro, y sobre su pecho tan solo descansa una pequeña medalla de la Virgen de los Desamparados. Y ya no se hace acompañar por dos guapas gitanas. En su lugar, cada vez que visita unos recreativos me obliga a sentarme a su lado para que, cada vez que atisbe en él un exceso de orgullo o confianza, susurrarle una y otra vez al oído...

 
... “Darío, acuérdate de los atenienses”.


by Zael (Ancient Bits)



P.D.: Ancient Bits es un equipo de diferentes razas, credos y religiones formado por una sola persona (¿?). Ancient Bits está en contra de cualquier discriminación por sexo, raza o religión y recuerda que esto son sólo relatos ficticios (bastante malos, por cierto) basados en vivencias o recuerdos de la época de los salones recreativos o directamente imaginarios.

P.D.: ¿Cómo lo véis, muchachos? ¿Es posible que repetir 70 veces el nombre de "Darío" en un relato de 2 páginas sea algo excesivo? ¿Y qué me decís de lo de "tiene los ojos del color de la miel"? ¿Creéis que en un festival de literatura gay tendría alguna posibilidad? No me he quedado muy satisfecho con este relato, la verdad...   :-[ :-[



Brutal! Me ha gustado bastante!
(https://media.giphy.com/media/xT77XWum9yH7zNkFW0/giphy.gif)
Título: Re: Érase una vez unos Recreativos... (Editorial Arcadespain)
Publicado por: jose365 en Mayo 02, 2022, 08:58:35 pm
Muy original la historia zael, un poco triste porque al final le coges un poco de cariño al Darío este.


Título: Re: Érase una vez unos Recreativos... (Editorial Arcadespain)
Publicado por: jordani11 en Mayo 02, 2022, 10:26:19 pm
Muy bueno, siempre me sorprenden tus historias y tus letras nunca dejes de escribir...
Título: Re: Érase una vez unos Recreativos... (Editorial Arcadespain)
Publicado por: Zael en Mayo 03, 2022, 03:45:30 pm

Brutal! Me ha gustado bastante!

Muy bueno, siempre me sorprenden tus historias y tus letras nunca dejes de escribir...

Muy original la historia zael, un poco triste porque al final le coges un poco de cariño al Darío este.


¡Gracias por los comentarios muchachos! La verdad es que el relato y el personaje de Darío se mueven continuamente en el terreno de lo ambiguo. No supe si enfocarlo como un relato de humor o un drama arcade y al final ha quedado una cosa en "tierra de nadie" que no hace justicia a Darío.

El final está claro, no es que Darío se haga "homosersuá" ni se lance a las rotondas de polígonos por despecho como me sugiere la crítica literaria por FaseBonus (cachondos que son  ;D ), sino más bien pasa de ser un gitano orgulloso y altanero a renunciar a todo su orgullo, operarse de cataratas y ponerse gafas estilo Rompetechos renunciando a sus "ojos de miel eternos" (todavía no puedo creer que haya escrito "eso") y cambia a las dos gitanas de esas que quitan el hipo por un "humilde esclavo" encargado de contener su orgullo recordándole una y otra vez eso de "Acuérdate de los atenienses".

Como ya dije, está basado en una leyenda histórica en la que Darío el Grande, Rey de la antigua Persia, tras su derrota con los atenienses en la batalla de Maratón se hizo acompañar el resto de su vida por un esclavo que le hacía recordar una y otra vez dicho acontecimiento para no olvidar nunca la afrenta.

Lo que no os comenté es dónde conocí esta historia: ¿Google? ¿Alexa? ¿Documental de Netflix? ¿Mis huevos en vinagre? Pues no chavales, esta anécdota histórica la conocí gracias a un ejemplar de "El Libro Gordo de Petete" impoluto que encontré hace un par de meses tirado en un contenedor de al lado de mi casa. Y no estoy de guasa...


(https://cdn.discordapp.com/attachments/778265058752200744/971037476833611786/temporary_file.jpg)

(https://cdn.discordapp.com/attachments/778265058752200744/971037326597836841/temporary_file.jpg)


La cultura en España le debe mucho a "El Libro Gordo de Petete" y si los niños de hoy en día leyeran más libros como este en vez de tanto Internet, Tik Tok y su put* madre seguro que el día de mañana habría más gente de bien y menos Youtubers de pacotilla o frikis escribiendo relatos recreativos en foros retr... oh wait...  ;D ;D :P

¡En breve otro que era para Halloween del año pasado y se me quedó a medias! ¡Gracias por vuestros comentarios!  ;)
Título: Re: Érase una vez unos Recreativos... (Editorial Arcadespain)
Publicado por: empardopo en Mayo 05, 2022, 06:35:04 am
 
Brutal! Me ha gustado bastante!

Muy bueno, siempre me sorprenden tus historias y tus letras nunca dejes de escribir...

Muy original la historia zael, un poco triste porque al final le coges un poco de cariño al Darío este.


¡Gracias por los comentarios muchachos! La verdad es que el relato y el personaje de Darío se mueven continuamente en el terreno de lo ambiguo. No supe si enfocarlo como un relato de humor o un drama arcade y al final ha quedado una cosa en "tierra de nadie" que no hace justicia a Darío.

El final está claro, no es que Darío se haga "homosersuá" ni se lance a las rotondas de polígonos por despecho como me sugiere la crítica literaria por FaseBonus (cachondos que son  ;D ), sino más bien pasa de ser un gitano orgulloso y altanero a renunciar a todo su orgullo, operarse de cataratas y ponerse gafas estilo Rompetechos renunciando a sus "ojos de miel eternos" (todavía no puedo creer que haya escrito "eso") y cambia a las dos gitanas de esas que quitan el hipo por un "humilde esclavo" encargado de contener su orgullo recordándole una y otra vez eso de "Acuérdate de los atenienses".

Como ya dije, está basado en una leyenda histórica en la que Darío el Grande, Rey de la antigua Persia, tras su derrota con los atenienses en la batalla de Maratón se hizo acompañar el resto de su vida por un esclavo que le hacía recordar una y otra vez dicho acontecimiento para no olvidar nunca la afrenta.

Lo que no os comenté es dónde conocí esta historia: ¿Google? ¿Alexa? ¿Documental de Netflix? ¿Mis huevos en vinagre? Pues no chavales, esta anécdota histórica la conocí gracias a un ejemplar de "El Libro Gordo de Petete" impoluto que encontré hace un par de meses tirado en un contenedor de al lado de mi casa. Y no estoy de guasa...


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La cultura en España le debe mucho a "El Libro Gordo de Petete" y si los niños de hoy en día leyeran más libros como este en vez de tanto Internet, Tik Tok y su put* madre seguro que el día de mañana habría más gente de bien y menos Youtubers de pacotilla o frikis escribiendo relatos recreativos en foros retr... oh wait...  ;D ;D :P

¡En breve otro que era para Halloween del año pasado y se me quedó a medias! ¡Gracias por vuestros comentarios!  ;)


Que verdad es esa de que "las mierdas de unos son los tesoros de otros", jajaja!
Buenísimo compi! Te animo a que sigas porque en serio "Tú sí que vales" y gracias a ti por compartirlo aquí!

Saludos
Título: Re: Érase una vez unos Recreativos... (Editorial Arcadespain)
Publicado por: beaches en Mayo 05, 2022, 11:21:22 pm
Es verdad que en esta ocasión el relato se queda entre dos aguas, que tiene mérito de leer una curiosidad en un libro gordo de petete encontrado en la basura y lo hayas reinterpretado al mundillo arcade...pero a mí eso que Darío en su edad adulta tenga colgada una virgen de los desamparados de oro en vez de una cabeza del camarón es lo que más me ha despistado...fíjate tú!!



(https://uploads.tapatalk-cdn.com/20220505/725416e03f2090866fa6d3d0f698d12b.jpg)
Título: Re: Érase una vez unos Recreativos... (Editorial Arcadespain)
Publicado por: Zael en Agosto 20, 2022, 12:46:32 pm
Guerras, pandemias, melones a 15€... y justo cuando crees que la cosa no puede ir a peor va y ves volar un Colibrí...




COLIBRÍ


(https://static.wixstatic.com/media/39451e_1b98e03041d8463fa4878e6ea11068d0~mv2.jpg)


Para sus doce años, Colibrí era un niño extraordinariamente pequeño. Enano, canijo, diminuto... ningún adjetivo hacía suficiente justicia a la increíble brevedad física de Colibrí.
 
Colibrí fue un niño prematuro, de esos que se caen del nido antes de tiempo ... tal era su ansia por volar, tal era su ansia por vivir. Las viejas del barrio dicen que Colibrí era un "niño milagro" pero el auténtico milagro era verlo jugar a una máquina recreativa.

El hábitat natural de Colibrí eran los recreativos del Tío Raimundo donde podía verse cada tarde volando de una a otra recreativa hasta posarse en una de ellas. La escena que se desarrollaba a continuación tenía tanto de patética como de maravillosa: Colibrí se colocaba de puntillas frente a la recreativa y extendía sus raquíticos brazos en toda su longitud, logrando a duras penas que las yemas de sus diminutos dedos alcanzaran el joystick y los botones. La cabeza quedaba muy por debajo del panel de control, lo cual le impedía ver la parte inferior de la pantalla. Con la cabeza agachada deslizaba penosamente una moneda de cinco duros. Ahí acababa lo patético y comenzaba uno de los mayores espectáculos de la naturaleza: el vuelo del Colibrí.
 
Colibrí daba entonces un salto pequeño, casi cómico, pero suficiente para ver durante una fracción de segundo la totalidad de la pantalla. Apenas había alcanzado el suelo cuando se sucedía un segundo salto. Luego venía un tercero. A los pocos segundos, no sólo era imposible seguir la cuenta, sino que uno ya no era capaz de asegurar si los pies de Colibrí estaban tocando el suelo. La velocidad de sus dedos tenía poco que envidiar a la de sus pies y sus manos formaban sobre el panel de control un borrón imposible de seguir con la vista. El resultado final era un niño de doce años, de un tamaño y peso ridículos, levitando frente a una recreativa mientras sus dedos libaban una y otra vez los botones en busca de néctar que llegaba en forma de grandes puntuaciones.
 
Más allá de su ridículo tamaño y su asombrosa habilidad en las máquinas recreativas, Colibrí era un niño sonriente, aunque o bien no sabía hablar o bien no quería hacerlo y las pocas veces que lo hacía era únicamente cuando estaba junto al "jefe" o cuando alguien le preguntaba:

 
- ¿Cómo va a vida Colibrí?
 

A lo que siempre respondía sonriendo:

 
- ¡Va y viene, va y viene!

 
Pese a su irrisorio tamaño, nunca quiso usar un taburete para jugar. Recuerdo que un día intentamos obligarlo a subir. Yo mismo lo cogí en brazos. Me sorprendió lo poco que pesaba, como si su cuerpo estuviera completamente hueco, a excepción de un enorme corazón que latía tan frenéticamente que me recordó al de un animal. Entre cuatro conseguimos sentarlo pero se revolvió tan fuerte que se nos escapó, agitándose de tal modo en el aire que alcanzó de un salto (a mi me pareció un vuelo) el mostrador del “jefe”, que le esperaba, protector, con la mano abierta y extendida llena de pipas y caramelos, del mismo modo que los viejos dan de comer a las palomas.

Jacinto decía que una vez escuchó decir a su padre que, para los objetos que se mueven más deprisa, el tiempo pasa mucho más despacio. De ser así, la vida de Colibrí debía transcurrir a cámara lenta. Diego dijo que había un modo de comprobarlo... hacerlo jugar a dos máquinas a la vez.

Colibrí llegó como cada tarde, sin saludar, pero con esa sonrisa suya que valía por mil saludos. Le explicamos lo que tenía que hacer. No dijo nada, simplemente se colocó frente a las máquinas del Tetris y el Street Fighter II, ambas separadas por apenas un palmo.

Éramos siete personas en los recreativos, contando a Colibrí, y todos comprendimos que lo que estaba a punto de ocurrir era algo irrepetible. Colibrí comenzó su vuelo de forma habitual, salto a salto. En las primeras pantallas del Tetris, las piezas caían tan lentas que hacía parecer aún mayor la velocidad de Colibrí, capaz de ganar un round al Street Fighter antes de que la pieza del Tetris llegara a su posición definitiva. Jugando con Dalshim era capaz de mantener alejados a los enemigos con sus ataques largos, y los altos y eternos saltos del personaje contrastaban con los frenéticos saltos cortos de Colibrí.

Trascurrido un tiempo, las piezas del Tetris en las últimas pantallas caían a una velocidad endiablada y los jefes finales de Street Fighter atacaban tan rápido que exigieron un último esfuerzo a Colibrí. Este comenzó a saltar y agitar las piernas aún más rápido. Las colillas y envoltorios de chicles y caramelos comenzaron a arremolinarse como si un tornado se estuviera formando bajo sus pies, ahora ya casi invisibles. Las manos parecían estar a un tiempo en los botones de ambas recreativas.

Entonces, incrédulo, quise comprobar algo. Pasé la mano a ras de suelo, debajo de Colibrí, en la zona donde se presuponían sus pies, pero ahí no había nada. Sus pies parecían haber abandonado de forma definitiva y permanente el suelo. Colibrí ya no estaba saltando, en ese momento Colibrí estaba, real y verdaderamente, volando.

Durante un tiempo lo vimos ahí, oscilando en el aire de una a otra recreativa, libando con sus dedos los botones, como si de un documental de naturaleza se tratara, hasta que colocó la última pieza del Tetris en el mismísimo momento en el que con la otra mano derrotaba a M.Bison, el cual caía, irónicamente, a cámara lenta. Y sólo entonces Colibrí se posó sobre el suelo, nos sonrió de nuevo y se marchó. Nunca más volvimos a saber de él.


 

***********************

 

Hoy, después de tantos años, me pareció volver a ver a Colibrí por el barrio. Parecía estar de paso, subiendo a un ritmo frenético maletas y bolsas de viaje en un coche. A su alrededor revoloteaban a una velocidad increíble dos niños tan diminutos que, de algún modo, le hacían parecer un gigante. Junto a ellos, observando la escena, había una mujer, ni muy guapa ni muy fea, una de esas mujeres que saben mantener unida y feliz una familia. Me alegré por él.

Sin saber muy bien por qué, levanté mi mano y le saludé como hace tantos años:


- ¿Como va la vida, Colibrí?

 
Debió reconocerme también porque sonrió y me respondió como hace tantos años:

 
- ¡Va y viene, va y viene... pero nunca se detiene!



Zael

(https://static.wixstatic.com/media/39451e_94cde22774f94d7289ac9be3d3c375b0~mv2.jpg)




P.D.: Para este relato me he inspirado en vivencias propias y en la forma en que mi chiquillo (bastante canijo, todo sea dicho de paso) jugaba en la recreativa cuando era más pequeño.

P.D.2: La frase "Va y viene, pero nunca se detiene" se atribuye aquí en Valencia a San Vicente ("Com va la vanitat, Pare Vicent?" "Va i ve... però mai es deté!"). ¡Si San Vicente llega a vivir en esta época de Twitter, Instagram y Tik Tok lo hubiera flipado entonces!  ;D ;D
Título: Re: Érase una vez unos Recreativos... (Editorial Arcadespain)
Publicado por: empardopo en Agosto 22, 2022, 04:32:11 pm
Guerras, pandemias, melones a 15€... y justo cuando crees que la cosa no puede ir a peor va y ves volar un Colibrí...




COLIBRÍ


(https://static.wixstatic.com/media/39451e_1b98e03041d8463fa4878e6ea11068d0~mv2.jpg)


Para sus doce años, Colibrí era un niño extraordinariamente pequeño. Enano, canijo, diminuto... ningún adjetivo hacía suficiente justicia a la increíble brevedad física de Colibrí.
 
Colibrí fue un niño prematuro, de esos que se caen del nido antes de tiempo ... tal era su ansia por volar, tal era su ansia por vivir. Las viejas del barrio dicen que Colibrí era un "niño milagro" pero el auténtico milagro era verlo jugar a una máquina recreativa.

El hábitat natural de Colibrí eran los recreativos del Tío Raimundo donde podía verse cada tarde volando de una a otra recreativa hasta posarse en una de ellas. La escena que se desarrollaba a continuación tenía tanto de patética como de maravillosa: Colibrí se colocaba de puntillas frente a la recreativa y extendía sus raquíticos brazos en toda su longitud, logrando a duras penas que las yemas de sus diminutos dedos alcanzaran el joystick y los botones. La cabeza quedaba muy por debajo del panel de control, lo cual le impedía ver la parte inferior de la pantalla. Con la cabeza agachada deslizaba penosamente una moneda de cinco duros. Ahí acababa lo patético y comenzaba uno de los mayores espectáculos de la naturaleza: el vuelo del Colibrí.
 
Colibrí daba entonces un salto pequeño, casi cómico, pero suficiente para ver durante una fracción de segundo la totalidad de la pantalla. Apenas había alcanzado el suelo cuando se sucedía un segundo salto. Luego venía un tercero. A los pocos segundos, no sólo era imposible seguir la cuenta, sino que uno ya no era capaz de asegurar si los pies de Colibrí estaban tocando el suelo. La velocidad de sus dedos tenía poco que envidiar a la de sus pies y sus manos formaban sobre el panel de control un borrón imposible de seguir con la vista. El resultado final era un niño de doce años, de un tamaño y peso ridículos, levitando frente a una recreativa mientras sus dedos libaban una y otra vez los botones en busca de néctar que llegaba en forma de grandes puntuaciones.
 
Más allá de su ridículo tamaño y su asombrosa habilidad en las máquinas recreativas, Colibrí era un niño sonriente, aunque o bien no sabía hablar o bien no quería hacerlo y las pocas veces que lo hacía era únicamente cuando estaba junto al "jefe" o cuando alguien le preguntaba:

 
- ¿Cómo va a vida Colibrí?
 

A lo que siempre respondía sonriendo:

 
- ¡Va y viene, va y viene!

 
Pese a su irrisorio tamaño, nunca quiso usar un taburete para jugar. Recuerdo que un día intentamos obligarlo a subir. Yo mismo lo cogí en brazos. Me sorprendió lo poco que pesaba, como si su cuerpo estuviera completamente hueco, a excepción de un enorme corazón que latía tan frenéticamente que me recordó al de un animal. Entre cuatro conseguimos sentarlo pero se revolvió tan fuerte que se nos escapó, agitándose de tal modo en el aire que alcanzó de un salto (a mi me pareció un vuelo) el mostrador del “jefe”, que le esperaba, protector, con la mano abierta y extendida llena de pipas y caramelos, del mismo modo que los viejos dan de comer a las palomas.

Jacinto decía que una vez escuchó decir a su padre que, para los objetos que se mueven más deprisa, el tiempo pasa mucho más despacio. De ser así, la vida de Colibrí debía transcurrir a cámara lenta. Diego dijo que había un modo de comprobarlo... hacerlo jugar a dos máquinas a la vez.

Colibrí llegó como cada tarde, sin saludar, pero con esa sonrisa suya que valía por mil saludos. Le explicamos lo que tenía que hacer. No dijo nada, simplemente se colocó frente a las máquinas del Tetris y el Street Fighter II, ambas separadas por apenas un palmo.

Éramos siete personas en los recreativos, contando a Colibrí, y todos comprendimos que lo que estaba a punto de ocurrir era algo irrepetible. Colibrí comenzó su vuelo de forma habitual, salto a salto. En las primeras pantallas del Tetris, las piezas caían tan lentas que hacía parecer aún mayor la velocidad de Colibrí, capaz de ganar un round al Street Fighter antes de que la pieza del Tetris llegara a su posición definitiva. Jugando con Dalshim era capaz de mantener alejados a los enemigos con sus ataques largos, y los altos y eternos saltos del personaje contrastaban con los frenéticos saltos cortos de Colibrí.

Trascurrido un tiempo, las piezas del Tetris en las últimas pantallas caían a una velocidad endiablada y los jefes finales de Street Fighter atacaban tan rápido que exigieron un último esfuerzo a Colibrí. Este comenzó a saltar y agitar las piernas aún más rápido. Las colillas y envoltorios de chicles y caramelos comenzaron a arremolinarse como si un tornado se estuviera formando bajo sus pies, ahora ya casi invisibles. Las manos parecían estar a un tiempo en los botones de ambas recreativas.

Entonces, incrédulo, quise comprobar algo. Pasé la mano a ras de suelo, debajo de Colibrí, en la zona donde se presuponían sus pies, pero ahí no había nada. Sus pies parecían haber abandonado de forma definitiva y permanente el suelo. Colibrí ya no estaba saltando, en ese momento Colibrí estaba, real y verdaderamente, volando.

Durante un tiempo lo vimos ahí, oscilando en el aire de una a otra recreativa, libando con sus dedos los botones, como si de un documental de naturaleza se tratara, hasta que colocó la última pieza del Tetris en el mismísimo momento en el que con la otra mano derrotaba a M.Bison, el cual caía, irónicamente, a cámara lenta. Y sólo entonces Colibrí se posó sobre el suelo, nos sonrió de nuevo y se marchó. Nunca más volvimos a saber de él.


 

***********************

 

Hoy, después de tantos años, me pareció volver a ver a Colibrí por el barrio. Parecía estar de paso, subiendo a un ritmo frenético maletas y bolsas de viaje en un coche. A su alrededor revoloteaban a una velocidad increíble dos niños tan diminutos que, de algún modo, le hacían parecer un gigante. Junto a ellos, observando la escena, había una mujer, ni muy guapa ni muy fea, una de esas mujeres que saben mantener unida y feliz una familia. Me alegré por él.

Sin saber muy bien por qué, levanté mi mano y le saludé como hace tantos años:


- ¿Como va la vida, Colibrí?

 
Debió reconocerme también porque sonrió y me respondió como hace tantos años:

 
- ¡Va y viene, va y viene... pero nunca se detiene!



Zael

(https://static.wixstatic.com/media/39451e_94cde22774f94d7289ac9be3d3c375b0~mv2.jpg)




P.D.: Para este relato me he inspirado en vivencias propias y en la forma en que mi chiquillo (bastante canijo, todo sea dicho de paso) jugaba en la recreativa cuando era más pequeño.

P.D.2: La frase "Va y viene, pero nunca se detiene" se atribuye aquí en Valencia a San Vicente ("Com va la vanitat, Pare Vicent?" "Va i ve... però mai es deté!"). ¡Si San Vicente llega a vivir en esta época de Twitter, Instagram y Tik Tok lo hubiera flipado entonces!  ;D ;D
Me ha gustado compi. Estas hecho un crack.

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Título: Re: Érase una vez unos Recreativos... (Editorial Arcadespain)
Publicado por: Zael en Agosto 11, 2023, 03:10:44 pm
Hola muchachos, aquí os dejo con un relato un tanto macabro. Mi intención era haberlo publicado el año pasado para Halloween, pero con mi retraso habitual pues aquí está casi un año más tarde. Os recuerdo que podéis leerlo también con un formato más limpio en la web/blog de Ancient Bits (https://ancientbits.wixsite.com/ancientbits/post/relatos-de-recreativos-9-sinfon%C3%ADa-pat%C3%A9tica) (¡SPAM!  ;) :P ). Bueno, no me enrollo más, os dejo con este patético relato, os dejo con...


SINFONÍA PATÉTICA (DE H.D.P.)

(https://static.wixstatic.com/media/39451e_5a108acc3122426e86a7742bcedfd08d~mv2.jpg/v1/fill/w_740,h_532,al_c,q_85,usm_0.66_1.00_0.01,enc_auto/39451e_5a108acc3122426e86a7742bcedfd08d~mv2.jpg)



Sinfonía Patética llamaron los chicos del barrio a la partida que Hernán Díaz Portillo y su hermano Germán, ambos hijos de la pescadera, jugaron la tarde del 8 de Agosto de 1989 en los recreativos del Tío Casiano al Double Dragon.


Lo que hay de patética en ella es ese vertiginoso descenso hacia la locura que anuncia, a veces sin previo aviso, como un hombre con gabardina que aparece al girar la esquina, el final de la inocencia de un niño.


Hernán y Germán se parecían entre sí del mismo modo que la noche se parece al día. Germán era rubio como el Sol, alto, fuerte y seguro de sí mismo y una sonrisa acompañaba su rostro desde que se levantaba hasta que se acostaba. Hernán tenía el pelo tan negro como el carbón y, pese a ser enjuto, parecía llevar el peso del mundo sobre sus hombros, pues tan encorvados estaban sus hombros como sus labios. Y, pese a todo, nadie podía negar que eran hermanos. Porque jugaban siempre juntos como juntos juegan siempre los hermanos, se querían como sólo saben quererse los hermanos y, por supuesto, discutían como sólo dos hermanos saben discutir...


- ¡Vamos Hernán, no te quedan más monedas! ¡Pon ya tus iniciales de una vez por todas!, dijo Germán.

- ¡Déjame pensar en paz!, respondía Hernán cada vez más nervioso.

- Venga Hernán, sólo son tres letras, no es tan importante. Pon "HER", "NAN"... cualquier cosa que te venga a la cabeza, intentaba calmarlo sin éxito, como siempre, su hermano Germán.

- ¡No Germán! ¡Esta máquina es especial! ¡No pondré mis iniciales hasta que consiga pasármela de una puta vez! ¡Mañana volveremos y nos pasaremos a dobles este puto Double Dragon!

 
Y, tras darle una patada a la máquina, Hernán salió corriendo de los recreativos del Tío Casiano, el cual salía ya de detrás de su mostrador con el garrote entre las manos.

 
- ¡Malditos mocosos! ¡Cualquier día me va dar un infarto con vosotros! ¡Ya te cogeré Hernán!, gritaba el Tío Casiano, mientras Germán y los demás niños abandonaban también los recreativos corriendo.

 
- Algo me dice que este Double Dragon nos va a dar más disgustos que alegrías, pero he de reconocer que tiene una música pegadiza... ¡y a este paso va a hacerme rico!, y la cara del Tío Casiano se iluminó con una sonrisa cuando se agachó y abrió el monedero de la máquina, lleno hasta rebosar.



* * * * *

 
Si el destino envío algún tipo de aviso o señal nadie supo verlo, del mismo modo que  nadie supo ver esa mañana en la pescadería cómo Hernán cogía un pequeño cuchillo, de esos que su madre usaba a diario para vaciar el pescado. Un cuchillo pequeño, como Hernán. Un cuchillo afilado, como Hernán. Un cuchillo peligroso... como Hernán.
 

Al salir del colegio Hernán estaba extrañamente animado y tarareaba una y otra vez la música del Double Dragon. Esa máquina lo tenía totalmente obsesionado...

 
- Dicen que si en la batalla final un "Abobo" te lanza por los aires puedes caer en el balcón sobre el jefe final y quitarle la metralleta, dijo Hernán convencido.

- No digas tonterías Hernán... además, nadie se ha pasado aún el jefe final.

- Pues hoy vamos a ser los primeros. ¡Venga, vamos a los recreativos antes de que lleguen los demás!, dijo Hernán.

- Pero si no nos queda ni una moneda Hernán, nos las gastamos todas ayer, ¿recuerdas?

- ¡Pues yo te digo que hoy vamos a pasarnos el puto Double Dragon y voy a poner mis iniciales!

 
Aún no había terminado la frase cuando Hernán se acercó a Doña Herminia que estaba sentada en un banco del parque y, sacando el pequeño cuchillo del bolsillo, le dijo:

 
- ¡Doña Herminia, deme todas las monedas que lleve, que no quiero hacerle daño¡

- Hi... hi... hijo, Hernán, ¿qué estás haciendo? ¡Pero si siempre has sido un buen chico¡ ¡Pero si os conozco desde que nacisteis!, respondía Doña Herminia incrédula.

 
No hizo falta seguir la conversación, tal era la mirada llena de odio de Hernán que Doña Herminia abrió su monedero dejando caer sobre la mano de Hernán todas las monedas. Hernán se alejó corriendo del parque sin mirar atrás, hasta que Germán pudo alcanzarle:


- ¡Hernán! ¡¿Pero qué has hecho?! ¡Era doña Herminia, nos conoce, conoce a mamá... se nos va a caer el pelo! ¡Eres un hijo de put...!

 
Hernán giró en seco, fulminó a su hermano con la mirada y apuntándole con el cuchillo le dijo:

 
- ¡No vuelvas a llamarme así en tu vida¡ Recuerda que somos hermanos...




* * * * *


Durante el camino no volvieron a cruzarse ni una palabra ni mirarse el uno al otro, y así Hernán y Germán llegaron a los recreativos del Tío Casiano, donde un grupo de niños se arremolinaba alrededor de la recreativa del Double Dragon.

 
- ¡Vamos Tomás, ya casi lo tienes! ¡Si le ganas dicen que puedes besar a Marian, la chica!, jaleaban los niños a Tomás, que estaba a punto de derrotar al jefe final.

 
Hernán se acerco por detrás, apartando a varios niños, hasta colocarse junto al taburete desde el que Tomás estaba a punto de derrotar al jefe final y liberar a la chica. Apretando la punta del cuchillo contra sus riñones Hernán le susurró algo al oído...

 
- No vas a ser el primero en pasarte el Double Dragon. O te largas o lo único que vas a besar hoy es la punta de este cuchillo, ¿me entiendes Tomás?

 
Tomás bajó de un salto del taburete y el resto de los niños se apartaron asustados. Todos corrieron hacia la puerta de los recreativos desde donde entraban los últimos jirones de luz de la tarde. Tomás se giró antes de salir y, reuniendo valor según aumentaba la distancia, se atrevió a decir:

 
- ¡Hernán, eres un hijo de puta! ¿¡Me oyes Hernán¡? ¡Eres un hijo de puta!, y salió de los recreativos, dejando solos a Hernán y Germán frente a la recreativa.

 
Hernán ni siquiera le dirigió una mirada. Absorto frente a la recreativa metió dos monedas de 5 duros y cogió el joystick...

 
- Yo me elijo a Billy, el moreno. Tú serás Jimmy, el rubio. Y no vale usar el codazo. Como siempre., dijo Hernán mirando a su hermano.

- De acuerdo, dijo Germán. Y no se atrevió a decir nada más, pues no era el día hoy para cambiar las reglas.

 
En ese momento salía el Tío Casiano del baño, y mirando extrañado a su alrededor les dijo:
 

- ¿Pero dónde están todos los niños? Si esto estaba lleno hace sólo un rato... Bueno, mejor, hoy tengo que cerrar antes. Acabad rápido esa partida que tengo que cerrar., dijo antes de ir apagando una a una el resto de máquinas de los recreativos y encerrarse tras su mostrador para ponerse a contar monedas con una sonrisa en la boca.

 
Ahora el momento era solemne. Con el resto de recreativas ya apagadas la música del Double Dragon sonaba por todos los recreativos, mientras Hernán y Germán, tan hermanos como Billy y Jimmy, avanzaban derrotando a las chicas con látigo, a los Abobo y el resto de enemigos... perfectamente compenetrados hasta llegar a la sala del jefe final. Una sinfonía perfecta.

 
Justo en el momento que el jefe final salía por la puerta con su metralleta, el Tío Casiano, el jefe de los recreativos, salía de su mostrador con su garrote entre las manos...

 
- Venga chavales, apartaos que tengo que apagar la máquina, dijo el Tío Casiano.

- ¡Cuidado con la metralleta, no te pongas en su línea!, decía Hernán a su hermano.

- ¡No dejes que se acerque el Abobo de la derecha!, gritaba Germán, ahora tan concentrado en la partida como su hermano, ambos tan absortos que ninguno escuchaba al Tío Casiano.

- ¡A tomar por culo! ¡Ni metralletas, ni Abobos, ni hostias! ¡Voy a apagar la máqui...

 
El Tío Casiano no llegó a terminar la frase. Hernán le asestó un codazo en la nariz y el Tío Casiano cayó de espaldas justo al mismo tiempo que el jefe final caía derrotado. Pero aún faltaba un último combate: Billy y Jimmy, Hernán y Germán, tenían que luchar entre sí y sólo el ganador lograría el beso de Marian y poner sus iniciales.
 

Hernán estaba listo para el combate, pero a Germán no parecía importarle ya nada la partida. El Tío Casiano se revolvía en el suelo. Tenía la nariz rota, pero él se agarraba el pecho y el brazo izquierdo con todas sus fuerzas...

 
- A... ayu... da... Creo que... me está... dan... do un in... far... to, intentaba decir el Tío Casiano.

- ¡Rápido Hernán, tenemos que pedir ayuda!, le gritaba Germán a su hermano.

- ¡No, déjalo! ¡No podemos dejar la partida a medias, coge el joystick y acaba la partida!, gritaba Hernán, sin apartar la mirada de la pantalla donde Marian esperaba al vencedor.

- ¡¿Pero te estás escuchando?! ¡Le está dando un infarto y tú sólo piensas en acabar la partida! ¡Pues vamos a acabar la puta partida!


Germán cogió el joystick y su personaje, Jimmy, impactó un codazo contra Billy... contra Hernán.


- ¡No vale usar el codazo! ¡Es trampa!, dijo Hernán.

- ¡¿No vale usar el codazo?!, gritaba Germán fuera de sí, repitiendo el codazo una y otra vez contra Billy, el personaje de su hermano, sin dejarle levantarse del suelo. ¡Qué no vale usar el codazo! ¡Eres un hijo de puta!, gritó Germán

 
Y entonces ocurrió. Hernán sacó el cuchillo del bolsillo y atravesó el cuello de Germán y, en menos de lo que tarda un hermano en decirle "te quiero" a su hermano, Germán se desplomó junto al Tío Casiano, que aún agonizaba en el suelo.

 
Hernán quedó sólo, con las manos temblorosas llenas de la sangre de su hermano sujetando a duras penas el joystick, mientras golpeaba una y otra vez a Jimmy, el personaje de su hermano. Desde el suelo, borboteando sangre de su boca sin parar, Germán intentó decir algo:

 
- Te... te... quie...ro, y los ojos de Germán se vaciaron de vida.


Hernán, llorando, recibía como consuelo el beso Marian, y por fin llegó el momento de introducir las iniciales de su récord. Una vez más, pareció dudar, y entonces el Tío Casiano, con sus últimas fuerzas, alcanzó a decir:


- Her... Hernán, eres... eres... ¡eres un Hijo De Puta!, y murió.


Entonces Hernán sonrió, y mientras los recreativos se inundaban con la melodía final del juego, aquella hermosa y patética sinfonía, Hernán Díaz Portillo introdujo por fin sus iniciales... H.D.P. (*)


(https://static.wixstatic.com/media/39451e_94cde22774f94d7289ac9be3d3c375b0~mv2.jpg)

Zael



(*) Curiosamente, Double Dragon (Technos, 1987) nunca tuvo tabla de récords con iniciales. Como no podía ser de otro modo, no me percaté de esto hasta haber terminado el relato... One Credit, One Life.

(**) Para el título y el inicio del relato me "inspiré" en "Así Sufrieron" (Enrique de la Vega, 1980), más concretamente en el capítulo "Sinfonía Patética o la vida de Guy de Maupassant" donde se relata la tormentosa vida y peor muerte de Guy de Maupassant.
Título: Re: Érase una vez unos Recreativos... (Editorial Arcadespain)
Publicado por: empardopo en Agosto 13, 2023, 01:51:19 pm
Hola muchachos, aquí os dejo con un relato un tanto macabro. Mi intención era haberlo publicado el año pasado para Halloween, pero con mi retraso habitual pues aquí está casi un año más tarde. Os recuerdo que podéis leerlo también con un formato más limpio en la web/blog de Ancient Bits (https://ancientbits.wixsite.com/ancientbits/post/relatos-de-recreativos-9-sinfon%C3%ADa-pat%C3%A9tica) (¡SPAM!  ;) ). Bueno, no me enrollo más, os dejo con este patético relato, os dejo con...


SINFONÍA PATÉTICA (DE H.D.P.)

(https://static.wixstatic.com/media/39451e_5a108acc3122426e86a7742bcedfd08d~mv2.jpg/v1/fill/w_740,h_532,al_c,q_85,usm_0.66_1.00_0.01,enc_auto/39451e_5a108acc3122426e86a7742bcedfd08d~mv2.jpg)



Sinfonía Patética llamaron los chicos del barrio a la partida que Hernán Díaz Portillo y su hermano Germán, ambos hijos de la pescadera, jugaron la tarde del 8 de Agosto de 1989 en los recreativos del Tío Casiano al Double Dragon.


Lo que hay de patética en ella es ese vertiginoso descenso hacia la locura que anuncia, a veces sin previo aviso, como un hombre con gabardina que aparece al girar la esquina, el final de la inocencia de un niño.


Hernán y Germán se parecían entre sí del mismo modo que la noche se parece al día. Germán era rubio como el Sol, alto, fuerte y seguro de sí mismo y una sonrisa acompañaba su rostro desde que se levantaba hasta que se acostaba. Hernán tenía el pelo tan negro como el carbón y, pese a ser enjuto, parecía llevar el peso del mundo sobre sus hombros, pues tan encorvados estaban sus hombros como sus labios. Y, pese a todo, nadie podía negar que eran hermanos. Porque jugaban siempre juntos como juntos juegan siempre los hermanos, se querían como sólo saben quererse los hermanos y, por supuesto, discutían como sólo dos hermanos saben discutir...


- ¡Vamos Hernán, no te quedan más monedas! ¡Pon ya tus iniciales de una vez por todas!, dijo Germán.

- ¡Déjame pensar en paz!, respondía Hernán cada vez más nervioso.

- Venga Hernán, sólo son tres letras, no es tan importante. Pon "HER", "NAN"... cualquier cosa que te venga a la cabeza, intentaba calmarlo sin éxito, como siempre, su hermano Germán.

- ¡No Germán! ¡Esta máquina es especial! ¡No pondré mis iniciales hasta que consiga pasármela de una puta vez! ¡Mañana volveremos y nos pasaremos a dobles este puto Double Dragon!

 
Y, tras darle una patada a la máquina, Hernán salió corriendo de los recreativos del Tío Casiano, el cual salía ya de detrás de su mostrador con el garrote entre las manos.

 
- ¡Malditos mocosos! ¡Cualquier día me va dar un infarto con vosotros! ¡Ya te cogeré Hernán!, gritaba el Tío Casiano, mientras Germán y los demás niños abandonaban también los recreativos corriendo.

 
- Algo me dice que este Double Dragon nos va a dar más disgustos que alegrías, pero he de reconocer que tiene una música pegadiza... ¡y a este paso va a hacerme rico!, y la cara del Tío Casiano se iluminó con una sonrisa cuando se agachó y abrió el monedero de la máquina, lleno hasta rebosar.



* * * * *

 
Si el destino envío algún tipo de aviso o señal nadie supo verlo, del mismo modo que  nadie supo ver esa mañana en la pescadería cómo Hernán cogía un pequeño cuchillo, de esos que su madre usaba a diario para vaciar el pescado. Un cuchillo pequeño, como Hernán. Un cuchillo afilado, como Hernán. Un cuchillo peligroso... como Hernán.
 

Al salir del colegio Hernán estaba extrañamente animado y tarareaba una y otra vez la música del Double Dragon. Esa máquina lo tenía totalmente obsesionado...

 
- Dicen que si en la batalla final un "Abobo" te lanza por los aires puedes caer en el balcón sobre el jefe final y quitarle la metralleta, dijo Hernán convencido.

- No digas tonterías Hernán... además, nadie se ha pasado aún el jefe final.

- Pues hoy vamos a ser los primeros. ¡Venga, vamos a los recreativos antes de que lleguen los demás!, dijo Hernán.

- Pero si no nos queda ni una moneda Hernán, nos las gastamos todas ayer, ¿recuerdas?

- ¡Pues yo te digo que hoy vamos a pasarnos el puto Double Dragon y voy a poner mis iniciales!

 
Aún no había terminado la frase cuando Hernán se acercó a Doña Herminia que estaba sentada en un banco del parque y, sacando el pequeño cuchillo del bolsillo, le dijo:

 
- ¡Doña Herminia, deme todas las monedas que lleve, que no quiero hacerle daño¡

- Hi... hi... hijo, Hernán, ¿qué estás haciendo? ¡Pero si siempre has sido un buen chico¡ ¡Pero si os conozco desde que nacisteis!, respondía Doña Herminia incrédula.

 
No hizo falta seguir la conversación, tal era la mirada llena de odio de Hernán que Doña Herminia abrió su monedero dejando caer sobre la mano de Hernán todas las monedas. Hernán se alejó corriendo del parque sin mirar atrás, hasta que Germán pudo alcanzarle:


- ¡Hernán! ¡¿Pero qué has hecho?! ¡Era doña Herminia, nos conoce, conoce a mamá... se nos va a caer el pelo! ¡Eres un hijo de put...!

 
Hernán giró en seco, fulminó a su hermano con la mirada y apuntándole con el cuchillo le dijo:

 
- ¡No vuelvas a llamarme así en tu vida¡ Recuerda que somos hermanos...




* * * * *


Durante el camino no volvieron a cruzarse ni una palabra ni mirarse el uno al otro, y así Hernán y Germán llegaron a los recreativos del Tío Casiano, donde un grupo de niños se arremolinaba alrededor de la recreativa del Double Dragon.

 
- ¡Vamos Tomás, ya casi lo tienes! ¡Si le ganas dicen que puedes besar a Marian, la chica!, jaleaban los niños a Tomás, que estaba a punto de derrotar al jefe final.

 
Hernán se acerco por detrás, apartando a varios niños, hasta colocarse junto al taburete desde el que Tomás estaba a punto de derrotar al jefe final y liberar a la chica. Apretando la punta del cuchillo contra sus riñones Hernán le susurró algo al oído...

 
- No vas a ser el primero en pasarte el Double Dragon. O te largas o lo único que vas a besar hoy es la punta de este cuchillo, ¿me entiendes Tomás?

 
Tomás bajó de un salto del taburete y el resto de los niños se apartaron asustados. Todos corrieron hacia la puerta de los recreativos desde donde entraban los últimos jirones de luz de la tarde. Tomás se giró antes de salir y, reuniendo valor según aumentaba la distancia, se atrevió a decir:

 
- ¡Hernán, eres un hijo de puta! ¿¡Me oyes Hernán¡? ¡Eres un hijo de puta!, y salió de los recreativos, dejando solos a Hernán y Germán frente a la recreativa.

 
Hernán ni siquiera le dirigió una mirada. Absorto frente a la recreativa metió dos monedas de 5 duros y cogió el joystick...

 
- Yo me elijo a Billy, el moreno. Tú serás Jimmy, el rubio. Y no vale usar el codazo. Como siempre., dijo Hernán mirando a su hermano.

- De acuerdo, dijo Germán. Y no se atrevió a decir nada más, pues no era el día hoy para cambiar las reglas.

 
En ese momento salía el Tío Casiano del baño, y mirando extrañado a su alrededor les dijo:
 

- ¿Pero dónde están todos los niños? Si esto estaba lleno hace sólo un rato... Bueno, mejor, hoy tengo que cerrar antes. Acabad rápido esa partida que tengo que cerrar., dijo antes de ir apagando una a una el resto de máquinas de los recreativos y encerrarse tras su mostrador para ponerse a contar monedas con una sonrisa en la boca.

 
Ahora el momento era solemne. Con el resto de recreativas ya apagadas la música del Double Dragon sonaba por todos los recreativos, mientras Hernán y Germán, tan hermanos como Billy y Jimmy, avanzaban derrotando a las chicas con látigo, a los Abobo y el resto de enemigos... perfectamente compenetrados hasta llegar a la sala del jefe final. Una sinfonía perfecta.

 
Justo en el momento que el jefe final salía por la puerta con su metralleta, el Tío Casiano, el jefe de los recreativos, salía de su mostrador con su garrote entre las manos...

 
- Venga chavales, apartaos que tengo que apagar la máquina, dijo el Tío Casiano.

- ¡Cuidado con la metralleta, no te pongas en su línea!, decía Hernán a su hermano.

- ¡No dejes que se acerque el Abobo de la derecha!, gritaba Germán, ahora tan concentrado en la partida como su hermano, ambos tan absortos que ninguno escuchaba al Tío Casiano.

- ¡A tomar por culo! ¡Ni metralletas, ni Abobos, ni hostias! ¡Voy a apagar la máqui...

 
El Tío Casiano no llegó a terminar la frase. Hernán le asestó un codazo en la nariz y el Tío Casiano cayó de espaldas justo al mismo tiempo que el jefe final caía derrotado. Pero aún faltaba un último combate: Billy y Jimmy, Hernán y Germán, tenían que luchar entre sí y sólo el ganador lograría el beso de Marian y poner sus iniciales.
 

Hernán estaba listo para el combate, pero a Germán no parecía importarle ya nada la partida. El Tío Casiano se revolvía en el suelo. Tenía la nariz rota, pero él se agarraba el pecho y el brazo izquierdo con todas sus fuerzas...

 
- A... ayu... da... Creo que... me está... dan... do un in... far... to, intentaba decir el Tío Casiano.

- ¡Rápido Hernán, tenemos que pedir ayuda!, le gritaba Germán a su hermano.

- ¡No, déjalo! ¡No podemos dejar la partida a medias, coge el joystick y acaba la partida!, gritaba Hernán, sin apartar la mirada de la pantalla donde Marian esperaba al vencedor.

- ¡¿Pero te estás escuchando?! ¡Le está dando un infarto y tú sólo piensas en acabar la partida! ¡Pues vamos a acabar la puta partida!


Germán cogió el joystick y su personaje, Jimmy, impactó un codazo contra Billy... contra Hernán.


- ¡No vale usar el codazo! ¡Es trampa!, dijo Hernán.

- ¡¿No vale usar el codazo?!, gritaba Germán fuera de sí, repitiendo el codazo una y otra vez contra Billy, el personaje de su hermano, sin dejarle levantarse del suelo. ¡Qué no vale usar el codazo! ¡Eres un hijo de puta!, gritó Germán

 
Y entonces ocurrió. Hernán sacó el cuchillo del bolsillo y atravesó el cuello de Germán y, en menos de lo que tarda un hermano en decirle "te quiero" a su hermano, Germán se desplomó junto al Tío Casiano, que aún agonizaba en el suelo.

 
Hernán quedó sólo, con las manos temblorosas llenas de la sangre de su hermano sujetando a duras penas el joystick, mientras golpeaba una y otra vez a Jimmy, el personaje de su hermano. Desde el suelo, borboteando sangre de su boca sin parar, Germán intentó decir algo:

 
- Te... te... quie...ro, y los ojos de Germán se vaciaron de vida.


Hernán, llorando, recibía como consuelo el beso Marian, y por fin llegó el momento de introducir las iniciales de su récord. Una vez más, pareció dudar, y entonces el Tío Casiano, con sus últimas fuerzas, alcanzó a decir:


- Her... Hernán, eres... eres... ¡eres un Hijo De Puta!, y murió.


Entonces Hernán sonrió, y mientras los recreativos se inundaban con la melodía final del juego, aquella hermosa y patética sinfonía, Hernán Díaz Portillo introdujo por fin sus iniciales... H.D.P. (*)


(https://static.wixstatic.com/media/39451e_94cde22774f94d7289ac9be3d3c375b0~mv2.jpg)

Zael



(*) Curiosamente, Double Dragon (Technos, 1987) nunca tuvo tabla de récords con iniciales. Como no podía ser de otro modo, no me percaté de esto hasta haber terminado el relato... One Credit, One Life.

(**) Para el título y el inicio del relato me "inspiré" en "Así Sufrieron" (Enrique de la Vega, 1980), más concretamente en el capítulo "Sinfonía Patética o la vida de Guy de Maupassant" donde se relata la tormentosa vida y peor muerte de Guy de Maupassant.
Muy bueno crack

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Título: Re: Érase una vez unos Recreativos... (Editorial Arcadespain)
Publicado por: NuBus en Agosto 13, 2023, 08:18:01 pm
Qué hilo más guapo!  :o

Muy bien, compadre! la del colibrí me ha dejado wow!

Me animo a subir un recuerdo de los recres que ya tenía escrito (todo verídico, son anécdotas de los recres), junto con otro par. Eran textos para un anecdotario que iba unido a los pixel arts que subía. Ya pondré un par más si os gusta.

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El Bonito no era un tipo demasiado brillante, más allá de su habilidad contrastada para arrancar un coche sin llave en menos de dos minutos. Tenía cierto mérito, atendiendo a que ninguno de los coches con los que había perfeccionado su técnica era suyo.
Tampoco era bonito, ni mucho menos, así que el apodo tenía más de irónico que de certero.

El Bonito frecuentaba diferentes salones recreativos de mi barrio. A cualquier hora del día se le podía ver aparecer envuelto en una aura de matarratas marca Brummel y humo de porro. Ni siquiera era mayor de edad, pero los críos que colonizábamos el local a partir de las cinco de la tarde lo veíamos no solo como un adulto, sino además como un adulto que te iba a sirlar las monedas si no llevaba un día del todo bueno.

El Bonito siempre iba con chatis. Sobre todo con las del quiosco de helados y cigarros sueltos. Eran apodadas “las de la Miko” y conocían de primera mano el contenido de los pantalones de cualquiera que tuviese una ficha policial medio destacable. Olían a chicle y a perfume de novia de quinqui, y cuando venía con ellas se hacía el gallo y era, más que nunca, el amo de los recres. Todo ello bajo la mirada condescendiente del tío del cambio, también conocido como El Tío, que lo veía todo con la indolencia del que solo valora el contenido de los monederos, en piezas de a veinticinco, sin importar la procedencia de las mismas.

La única vez que vimos al Tío enfrentarse al Bonito fue la vez que, con el recre lleno a rebosar de críos, enculó una vespino -que, por supuesto, no era suya- hacia la puerta del local y se dedicó a impresionar a las gachís dando acelerones e inundando el local de humo de gasofa mezcla, que se sumó al ya característico olor a sobaco de adolescente, desodorante rancio, polvo requemado de las rendijas de las macas y un lavabo que no había conocido los placeres de la lejía.
Ese día descubrimos que El Tío tenía un palo y era capaz de echar al Bonito y que no volviese… durante un par de semanas.

Resumiendo, el Bonito era un hijo de puta.

Aparte de su talento innato para apropiarse de lo ajeno, el Bonito tenía una virtud que parecía haber recibido por imposición del dedo del Creador: era un figura jugando al Pac-Man. Un burla de los comecocos. De haber tenido el mismo talento para el crimen que para el Pac-Man hubiese llegado a dejar a Al Capone a la altura de un carterista de las Ramblas.

El ritual era siempre el mismo: entraba con paso lento, las manos colgando del cinturón y el porro de la comisura. Hacía valer su autoridad empujando a algún crío o robándole un par de monedas. Solo hacía cola en el comecocos si quien la ocupaba era amigo suyo o le superaba en tamaño. Echaba cinco duros, encendía el petardo, entrecerraba los ojos para que no le entrara el humo y jugaba sin siquiera sacarse el porro de los labios. con una mano manejaba el mando y con la otra se apoyaba distraidamente en la máquina con gesto chulesco. Las pantallas se sucedían, los puntos aumentaban y dejaba tras de sí, amontonados, los cadáveres de Pinky, Blinky, Inky y Clyde. Cada dos pantallas, a modo de descanso del guerrero, encendía el porro como si este marcase el devenir de su destino en el laberinto. Cuando el porro estaba ya por el cartón, lo escupía a un lado y seguía con el atracón de puntos. Si había algo que al Bonito le durase más que un porro, eran cinco duros en el Pac-Man.

Pero una tarde, el Bonito no traía un porro en la boca. Traía un color cetrino en la cara, la vista perdida y el blanco de los ojos demasiado blanco. No empujó a ningún crío. El silencio que solía acompañar su entrada a los recres se tornó en rumor. ¿Qué coño le pasaba al Bonito?

Echó cinco duros al Pac-Man. Vimos que le costó acertar en la ranura. Antes incluso de que el rostro de Franco desapareciese por el monedero, le vimos inclinarse hacia atrás, haciendo amago de ir a sujetarse en el mando, y cayó de espaldas cuan largo era. Un hilo de baba le bajaba por la mejilla. Era como un coloso caído.
Los chavales, al ver a aquel que impartía la ley derrotado en el suelo, quedaron paralizados durante un instante.

Pero solo un instante.

Cuatro o cinco de ellos, hasta entonces víctimas habituales, se abalanzaron sobre él.
Uno le pegó un chicle en las greñas. Otro le vació los bolsillos. El botín: media bolsa de pipas, doscientas pelas, una china de costo malo y una papelina de caballo ya estrenada (misterio resuelto).

Un oportunista aprovechó el crédito que había quedado huérfano, convirtiéndose así en parte de la primera banda de forajidos que consiguieron robar al Bonito.

Entre todos le bajaron los pantalones y los calzoncillos hasta las botas. Llevaba calzoncillos blancos y una zurrapa del tamaño de un bistec en la culera. A algunos nos dio un poco de lástima ver a todo un Rey con los gayumbos cagaos. Solo un poco.

La escena no duró ni un minuto.

Cuando se le pasó el jamacuco los críos ya habían salido pitando.
Uno de ellos, el Cica, se metió en un lío gordísimo cuando su madre él encontró en el bolsillo del pantalón la papela de caballo. Otro día hablaremos del Cica.

El Bonito, aturdido y pálido como un cadáver, se levantó con la ayuda del Tío, se subió los pantalones y se marchó sin mirar a nadie. Sin decir nada. Sin hacer nada. Precisamente era la nada lo que parecía seguirle. La nada para siempre. No habría más recres, ni Pac-man, ni críos a los que robar, ni chavalas a las que impresionar. No habría NADA.

No supimos más del Bonito hasta dos o tres años más tarde, cuando un viernes por la mañana le encontraron muerto por sobredosis en un parque del barrio del Polvorín, en la falda del Montjuïc.

(https://i.ibb.co/mbf9xRQ/pot-man.jpg)
Título: Re: Érase una vez unos Recreativos... (Editorial Arcadespain)
Publicado por: Zael en Agosto 20, 2023, 09:44:32 pm

El Bonito no era un tipo demasiado brillante, más allá de su habilidad contrastada para arrancar un coche sin llave en menos de dos minutos. Tenía cierto mérito, atendiendo a que ninguno de los coches con los que había perfeccionado su técnica era suyo.
Tampoco era bonito, ni mucho menos...

(https://media.tenor.com/_hytZIatgMQAAAAC/bravo-felicitations.gif)

Bravo no... ¡¡BRA-VÍ-SI-MO!! Leí este relato/recuerdo desde el móvil estos días atrás estando de vacaciones lejos de casa y me has arrancado más de una sonrisa con este relato @NuBus.

No sé cuanto tiene de real y cuanto de ficción, pero lo de "encular la moto en la puerta de los recreativos", lo de los gayumbos con la "zurrapa" y ese desenlace que hasta te hace sentir algo de lástima por "El Bonito"... me parece todo maravilloso. Por momentos me ha hecho sentir en unos auténticos recreativos de la época, esos maravillosos antros que eran a la par fuente de diversión y perdición.

Llevaba años animando a la gente a participar en este hilo, tanto por aquí por Arcadespain como por el extinto foro de FaseBonus. Nadie se animó a participar hasta ahora, pero la espera ha merecido la pena. Aquí me tienes mordiéndome las uñas a la espera del relato sobre "el Cica".

¡¡Muchas gracias por este soberbio relato/recuerdo @NuBus!!  :) :)
Título: Re: Érase una vez unos Recreativos... (Editorial Arcadespain)
Publicado por: NuBus en Agosto 23, 2023, 05:07:03 pm
Ay, @Zael  :-[ No me des jabón  :D

La anécdota es 100% real. Mi barrio era bastante "peculiar"  :D :D :D

Dejo otra que también tenía escrita que aunque no está ambientada en unos recres, sí lo está en una máquina.

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La taberna Els Cantaires no solo era un bar de viejos. Era un bar viejo. Sucio como la conciencia de un presidiario. No podíamos decir que fuese polvoriento porque el polvo se mezclaba con el humo grasiento de la freidora donde se chamuscaban los morros y las patatas bravas, formando una especie de solera negruzca que se adhería obstinadamente al alicatado de la barra, y terminando en una cascada de chorretes de lo menos apetitosos.

Els Cantaires olía a fritanga, a viejo y a madera rancia por las barricas de vermut que colgaban de una de las paredes, cubiertas con tantas capas de mugre apelmazada que todos los críos habíamos rascado con la uña nuestros nombres en ellas.

Esta tabernucha infecta ponía en práctica dos modelos de negocio que la mantuvieron a flote hasta finales de los noventa, y que comprendía dos generaciones contrapuestas de clientes: jubilados que pasaban la tarde entre carajillos y farias, y escolares del Colegio Montserrat, que estaba justo enfrente. Estos últimos, a las cinco de la tarde, inundaban el bar en busca de un pastelito, un mi merienda o una bolsa de ganchitos, para desaparecer y dedicarse a sus gamberradas cotidianas.

El dueño de Els Cantaires, el señor Julio, al que llamábamos el Chuli por su nombre en catalán, tuvo la idea de poner unos marcianitos con el fin de que la chavalería pasase más rato en la taberna y aumentase el beneficio a base de más Tigretones y Panteras y Bonys y Bucaneros, más ganchitos, algunas Fantas y echando monedas en la máquina.

Esa máquina era el novísimo Track and Field, también conocida como Hyper Sports o, sencillamente, la de las olimpiadas. A estas alturas sobra enrollarse explicando su funcionamiento.

La primera reacción que tuvimos al ver la nueva máquina y su demostración fue de extrañeza, pues no teníamos muy claro cómo íbamos a hacer correr al personaje sin palanca. Hasta que un chaval algo mayor le echó una moneda, apuntó su nombre -¡otra novedad! ¡poner nombre antes de empezar!- y empezó a aporrear los botones.

Se nos quedó cara como de ver despegar un un Seat Ritmo a velocidad Mach-5. Así que era eso. Aporrear cosas. Nuestra especialidad. Cuando el muchacho dejó libre la máquina, nos lanzamos sobre ella como urracas a una chapa, dispuestos a maltratarla hasta que sus leaf switches pidieran clemencia.

Para cuando a los pocos días le cogimos el truco, los chavales ya andábamos con los brazos y las muñecas doloridos por las agujetas y las yemas de los dedos enrojecidas como culos de babuino. 

Cada uno fue descubriendo su propia técnica para hacer correr más y más al bigotudo que devino en marca de la casa Konami.
Unos usaban la manera canónica, pulsar repetidamente ambos botones con las dos manos y seguidamente el salto, perdiendo así unas décimas de segundo. Otros, más atrevidos, solo usaban un botón para correr, poniendo el brazo en tensión y haciendo vibrar las puntas de los dedos sobre él, lo que les dejaba la otra mano libre para pulsar el botón de salto en el momento oportuno.

Muchas veces nos juntábamos tantos críos en Els Cantaires que hacíamos equipos de dos y hasta tres, repartiéndonos los botones y compitiendo como si la Fama y la Gloria nos fuesen en ello, entre gritos de ánimo, discusiones y risas -Sobre todo risas- que inundaban la taberna de una estridente algarabía y trastocaban la tranquilidad de los parroquianos, acostumbrados a que lo más molesto fuese el vuelo de una mosca que esperaba revoloteando perezosamente en círculos a que el Chuli expusiera un plato de morros gomosos o una bandeja de ensaladilla tan vieja como él mismo.

Algunos se quejaban del escándalo que montábamos los críos "con la mierda los marcianitos", pero el Chuli defendía su decisión de mantener la máquina en su sitio con el argumento de que ver su local lleno daba dinero y alegría, por orden de importancia. Un buen catalán, el Chuli.

Y un día, cuando entramos en tropel, tras merendar desperdigados entre la acera y el quicio de la puerta… ¡Vimos la luz!. Mientras contábamos las monedas sueltas obtenidas tras la venta de botellas de champán al trapero (uno de los modelos de financiación de los que hablaremos próximamente), entró en la taberna el Pánez, un heavy gigantesco, una masa imponente formada por greñas y barriga cervecera. El Pánez se llamaba en realidad Pep Sánchez, pero como su padre era el panadero de mi calle y el pan más grande que había hecho era su propio hijo, se le bautizó con tal apodo.

Pidió una caña y un paquete de Fortuna, se acercó a la máquina, la alimentó con una moneda de cinco duros y se inclinó sobre ella tapando prácticamente toda la pantalla con su mole.
Y entonces pudimos oír un tableteo veloz, desaforado, como una ametralladora manejada por un camboyano loco en pleno frenesí homicida: clack-clack-clackclackclackclackclack.

Nos acercamos para ver qué era ese escándalo y, boquiabiertos, vimos cómo el personaje bigotudo blanco humillaba al bigotudo negro (deportivamente hablando) convirtiéndose en un ramillete de piernas, corriendo como si un inspector de Hacienda le hubiese pedido fuego.

Pero… ¿Y el ruido? Cuando acometió la segunda prueba, salto de longitud, se desveló el misterio: ¡Frotaba un mechero Bic en uno de los botones de correr!. Si al ver correr el personaje estábamos boquiabiertos, al ver cómo con un simple mechero pulverizaba todos los récords casi hubiésemos sido capaces de tropezar con nuestras propias barbillas.

Nos había sido desvelado El Truco Del Mechero.

Desde ese mismo día, todos, fumadores o no, llevábamos nuestro mechero en el bolsillo. Cabe decir que más de uno acabó castigado porque es una excusa un poco peregrina decir que llevabas un mechero para jugar a los marcianitos puesto que la asociación más sencilla era mechero = fumar.
Castigos aparte, con el nuevo método se acabaron los equipos. La competición se convirtió en una guerra fraticida sin paliativos. Todo era más rápido, más competitivo e individualista. Los récords eran más grandes y la gloria, mayor.

Poco más duró Track and Field en Els Cantaires

Como pretexto para su retirada bastaron una mano sudada y un mechero impactando en un ángulo erróneo, que salió despedido hacia la calva del Chuli primero y al plato de un carajillo después, volcando este sobre los pantalones del parroquiano que dormitaba en la barra al calorcillo de la tarde. Precisamente el marido de la Virtudes, que había sido guardia urbano y gastaba una mala leche legendaria. Para más inri, era mi vecino. Su entrepierna quedó cubierta de café y soberano, por suerte ya tibio, y se arrancó en un recital de exabruptos que omitiré por no herir sensibilidades.

El Chuli salió de la barra maldiciendo el santoral y gritando a voz en cuello.

– ¡Mecagondeu! ¡Ya estoy hasta los collons de la murga de los críos y de los marcianitos y de la mare que els va parir!

El Chuli y el marido de la Virtudes nos persiguieron calle arriba hasta que se dieron cuenta de que no solo corríamos como gamos en el Track and Field. En la calle corríamos incluso más, salvo quizá nuestro gran amigo Alfredo el Molles. En todo caso, corría bastante más que nuestros perseguidores ya sexagenarios.

Nos quedamos, pues, sin olimpiadas y además el marido de la Virtudes se chivó a todos nuestros padres, que eran unos cuantos, y al que más o al que menos le cayó una bronca de intensidad moderada. Aproximadamente de 4,5 en la escala NuBus.

Al menos tuvimos la satisfacción de ser perseguidos por los adultos, cosa que daba mucho caché en el barrio.

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A modo de pequeño epílogo:

Estuvimos unas semanas sin siquiera pasar por delante de Els Cantaires.

Una tarde, unos chavales del Colegio Montserrat vieron desde la ventana de clase a un tipo con una carretilla metiendo una máquina en la taberna.
No hace falta decir que a media tarde la noticia había corrido como un rumor de embarazo y ya había grupos de chavales asomando la cabeza por la puerta de Els Cantaires para ver si era verdad lo de la máquina.

– Esta os gustará y además no donareu tant pel cul. – decía el Chuli con la mejor sonrisa que tenía, que tampoco era para ganar un campeonato.

La máquina era Donkey Kong Jr. y se convirtió desde el primer día -y hasta hoy- en una de mis máquinas favoritas.

Porque el Chuli -que en gloria esté- era un viejo huraño pero, en el fondo, éramos los críos del barrio y nos quería casi tanto como al dinero.

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El único dato que se ha maquillado aquí es que el mechero nunca fue a parar a la calva del Chuli. Impactó directo en el carajillo  8) :D Así se potencia más la "comedia física"  :D :D
Título: Re: Érase una vez unos Recreativos... (Editorial Arcadespain)
Publicado por: Zael en Agosto 26, 2023, 01:43:20 pm
Ay, @Zael  :-[ No me des jabón  :D

Ja, ja, que no, que no, que estos relatos/recuerdos tuyos son BUE-NÍ-SI-MOS!!

Es como si te dieran una patada en el culo y te enviaran directo a los 80/90, a esa infancia que todos añoramos. Seguro que cualquiera que tenga ya una edad y lea estos relatos tuyos no puede evitar acordarse de los recreativos de la época o, como en este último relato, de esas bodeguetas y bares mugrientos (como El Cantaires que describes tan bien) y la fauna que los habitaba.

Y esas expresiones como "una ensaladilla más vieja qué él mismo" o "corriendo como si un inspector de Hacienda le hubiera pedido fuego" o esos motes como "El Panez" o "El Molles", que tanto recuerdan a aquella "vida de barrio" de los 80/90 que nunca volverá.

En fin, lo dicho, estos relatos tuyos son pura nostalgia aderezada con una buena dosis de humor. En definitiva, como se dice vulgarmente... ¡mierda de la buena!  ;D ;D
Título: Re: Érase una vez unos Recreativos... (Editorial Arcadespain)
Publicado por: empardopo en Septiembre 01, 2023, 07:54:24 pm
Geniales estos "textshorts" y con ganas de más!