Con una de esas y unas cervezas al lado, yo me echaba más de una tarde al fresquito dándole vueltas al volante ese. Máquinas como estas demuestran que, a veces, la genialidad está en la sencillez.
De nuevo enhorabuena por ese trabajo de la madera, yo por muchas herramientas que tengáis no entiendo cómo hacéis esas curvas tan redondas. El grosor, acabado, brillo, etc. de la madera es, sin duda, calcado al de los muebles de las recreativas de la época.
El volante y el cajetín para la moneda pulidos a más no poder y el acabado sencillo y minimalista... pues todo de notable alto. Esta me ha gustado bastante.
P.D.: Si algún día consiguiera tener un sótano o habitación del ocio enorme, yo también le reservaría un huequecito a una máquina de estas.